A mí lo de ser políticamente correcto, me la suda. Si un tribunal, compuesto, además, por tres mujeres y un hombre, una de ellas la ponente, y dos de ellas consideradas juezas progresistas y de izquierdas, absuelve a Dani Alves, los anteriores juristas, junto a su sabiduría profesional, me parecen suficientes argumentos y garantías para aceptar y celebrar la sentencia. Lo que ocurre es que aquí los trogloditas se han inventado unas leyes y les ha salido el tiro por la culata. Una ministra ha dicho, incluso, que hay que creer más en la palabra de las mujeres que en la de los hombres. ¿Pero no dice la Constitución que todos los españoles somos iguales ante la ley? Se han inventado un mundo woke que la lógica se ha encargado de desmontar y, dentro de la lógica, están los jueces. No quiero adelantar acontecimientos pero me da que no le va a resultar nada difícil al Tribunal Supremo aceptar las tesis del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Es una suposición. La sentencia, de 101 páginas, es una pieza maestra de deducciones y de certezas, planteada por un tribunal progresista –es lamentable que entre los jueces tengan que haber divisiones ideológicas, empezando por el absurdo Tribunal Constitucional y terminando por el CGPJ–. Y un hombre ha salido absuelto y una mujer ha quedado en evidencia. ¿Y qué? Otras veces ha sido al revés. Lo que pasa es que a las feministas, a las woke, a las progres de tres al cuarto, les ha salido el tiro por la culata. Pasa lo mismo que con Franco. Los jóvenes no lo conocían, ni siquiera lo habían estudiado bien, y el afán de la izquierdona por resucitar y por combatir su memoria puede convertirlo en un héroe peligroso. Estas progres han querido montar un derecho medieval paralelo y les ha salido mal porque los delincuentes, con su ley, salen de las cárceles antes de tiempo, en vez de cumplir condenas justas por lo que han hecho. Retuercen tanto las cosas, quieren hacer tanto daño, que la cagan. Si fueran más sensatas les iría mejor, porque se basan en la amenaza y en el miedo y lo que provocan son oleadas de denuncias falsas y por venganza, que conviven peligrosamente junto a otras valientes, coherentes, siempre dolorosas, justas y ciertas que los jueces se encargan de juzgar y de castigar a los culpables, conforme a las normas en vigor, pero bien interpretadas. Lo de Dani Alves ha sido un fallo judicial con aviso: no todo vale, sino a las personas hay que juzgarlas por sus actos y no por una palabra de parte que vale más que la palabra de la otra parte. Eso no es derecho, eso es desigualdad y parcialidad en la aplicación del derecho, así que lo que tendrían que hacer es modificar las leyes para que perjudiquen a los verdaderos culpables y liberen de culpa a los inocentes. No puede ser que en un país con una legislación tan garantista como el nuestro, la palabra de una mujer, sin una sola prueba, dé con los huesos en la cárcel de un hombre, al menos durante 48 horas, sin aportar más pruebas que la propia palabra. Eso no vale, eso no es ser iguales ante la ley porque al revés no ocurre. La mujer es un ser maravilloso que no merece ese trato discriminatorio, que bastante lo ha tenido ya a lo largo de la historia, pero tampoco hay que reparar la historia cometiendo injusticias actuales en su nombre. No volvamos atrás sino miremos al futuro. Se han equivocado. Y, en todo caso, que siempre se cumplan las leyes, pero que sean dictadas con coherencia y sin mala leche.
domingo, 18 mayo,2025
