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Uno de los problemas que Xabi Alonso, nuevo entrenador del Real Madrid, deberá afrontar como director de escena madridista es lograr que el equipo, en algunos partidos, no se complique la vida. Y lo hace por ir de sobrados.
Un resultado de 2-0, como terminó el primer tiempo ante el Borussia Dortmund en New Jersey, es siempre engañoso, porque te marca el rival y estás a un gol del desastre.
Casi ocurrió ayer; menos mal que Mbappé, rematando de media tijera espectacular un centro de Güler, marcó el tercer gol, que dejó en intento de victoria el segundo gol, de penalti, conseguido por el Borussia Dortmund. Final: 3-2, merecido para el Madrid. Y a semifinales del Mundial de Clubes.
Lo del penalti fue una desgracia doble: primero, porque fue gol y luego porque, ingenuamente, como ocurrió hace unos días con Asencio, acabó con la expulsión de Huijsen, que hoy es una pieza clave en la defensa madridista. En fin, el PSG también tiene problemas de bajas por expulsiones. Y el miércoles viviremos una final anticipada. Real Madrid-PSG, menudo partido.
Los dos goles del Madrid de la primera parte: Gonzalo, a pase de Güler, que es un indiscutible en el actual equipo, y Fran García, MVP del partido, con asistencia de su par, Trent Alexander Arnold, que todavía no da la talla. El Madrid hizo una buena primera mitad, en ataque y en defensa. Unos buenos 45 minutos.
En la segunda parte, el Madrid se durmió, como se dormía con Ancelotti. Va de sobrado y eso es peligroso. Ir de sobrado costó la expulsión de Huijsen, que al igual que Asencio tienen que ser más prudentes a la hora de atajar a los atacantes rivales. Bien es verdad que el árbitro brasileño tenía muchas ganas de que el Real Madrid no ganara. Ignoró una agresión de un jugador alemán a Fran García, que le reventó el labio.
Los últimos diez minutos fueron dramáticos porque el Borussia Dortmund le marcó dos goles al Real Madrid y el Madrid le marcó uno al Borussia. Esto es lo que tiene que evitar el equipo blanco: los finales de partido de infarto. Es bueno para el espectáculo, pero malo para sus intereses.
Ayer, la entrada de Módric y Ceballos por Tchuameni y Gonzalo, para estabilizar el centro del campo, no tuvo resultados positivos. El equipo, con esos dos jugadores, no aplacó a los de Dortmund. Y Rodrygo, que se va a Arabia por lo que parece, sólo jugó cinco minutos del tiempo reglamentado del partido y otros siete u ocho del descuento. No pudo hacer nada para aumentar la presión ofensiva de su equipo.
¿El resumen? El Madrid no debe perdonar tanto, ni sentirse tan superior ante los rivales. Pero hasta Courtois tuvo que parar un balón imposible en el último minuto, porque entonces los alemanes habrían empatado. Los goles del Borussia fueron fallos del Madrid: uno de Rüdiger, terrible, y otro de Huijsen, que agarró innecesariamente a su par cuando el peligro de gol no era tan evidente.
Tenemos, eso sí, varias cosas positivas. Uno, el ascenso de Fran García que hace innecesario fichar a otro defensa izquierdo, si mantienen a Mendy. Dos, Gonzalo, de 20 años, es un chico de la cantera, Y también, con cuatro tantos, el máximo goleador del Mundial, hasta ahora empatado con Di María, que marcó sus cuatro goles de penalti.
En fin, como dijo Xabi Alonso en la rueda de prensa, los diez últimos minutos valen para aprender a no repetirlos. Parece mentira que un tipo tan resolutivo como Rüdiger caiga en esos errores. Y a Huijsen hay que decirle que no vale la pena provocar una expulsión y un penalti. Es mejor dejar fallar al rival.
Finalmente, la última parada de Courtois pone a su equipo en semifinales. Porque una prórroga con 10 no es buena cosa, a pesar de que el inolvidable y pintoresco Helenio Herrera haya dicho aquella parida de que se juega mejor con 10 que con 11.
