Y ahora, los jueces y fiscales

Las principales asociaciones de jueces y fiscales van a convocar una huelga contra la llamada ley Bolaños y sólo las dos asociaciones pro-PSOE han enmudecido. La ley Bolaños permitirá el acceso de jueces y fiscales por la puerta de atrás, sin oposición, permitiendo la entrada a la carrera judicial a los candidatos amiguitos del PSOE. Además, instruirán las causas penales los fiscales, que tendrán jurisdicción sobre la UCO, por ejemplo. Y la fiscalía la controla el Gobierno. Es decir, una nueva colonización de un poder al que no han podido someter. Es difícil que esa ley salga aprobada –tendrá que serlo en el Congreso por mayoría absoluta–, pero puede que lo consigan. El PSOE ha amenazado a los jueces convocantes con sus sueldos –se les descontarán los días de sus haberes— y con otras acciones. Pero parece que las asociaciones independientes y las llamadas conservadoras están decididas a seguir adelante. Esto va a suponer, probablemente, un colapso en los juzgados, pero al PSOE el caos en la justicia le interesa, para así poder mamar a gusto, dada la corrupción generalizada que existe en el país. No es que todos los socialistas sean deshonestos, pero con un Gobierno como el socialista de Sánchez el país está perdiendo cualquier reputación que le quedaba. Es un auténtico desastre. Con la llegada del verano es posible que se calme un poco la situación política, sobre todo por el aplatanamiento del PP, que no es capaz de encontrar por dónde entrarle a Sánchez para derribarlo. El presidente del Gobierno, extremadamente delgado, dicen que duerme poco y mal, que está siempre de mal humor y que no trata bien a sus colaboradores más inmediatos. Sus amigos del alma han resultado ser unos corruptos –por ahora presuntos— y sus principales colaboradores van caminito de la mazmorra, con sus secretos por ahora bien guardados. Parece mentira que España, con toda su grandeza, esté gobernada por individuos como Koldo, Sánchez, Begoña, Bolaños, Ábalos o Santos Cerdán. Eso se cuenta y no se cree. Pero ahí los tienen ustedes, unos dentro, otros fuera y otros en capilla, como el ministro Torres, del que ya ni siquiera se habla. Ha enmudecido hasta él mismo y hace bien, porque aquí el que se mueve no sale en la foto.