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Ayer falleció Pedro Carmelo Lasso Purriños, abogado y técnico de la Administración General, ex consejero en la primera corporación democrática del Cabildo Insular de Tenerife, especialista en heráldica municipal y en la obra de César Manrique.
Nacido en el Puerto de la Cruz, en 1948, tenía 77 años. Estudió en el Colegio de los Agustinos portuense y en el San Agustín de Los Realejos. Se licenció en Derecho por la Universidad de La Laguna, de la que también fue profesor.
Era un experto en administración local, fue funcionario en el Ayuntamiento de Adeje, inspector general de Servicios de la Comunidad Autónoma y administrador financiero y tributario también de la Comunidad Autónoma de Canarias.
Es autor, entre otras obras, de “35 años de Ayuntamientos democráticos”, escribió sobre la historia última del Cabildo de Tenerife y varios ayuntamientos le deben a Pedro Lasso sus escudos heráldicos.
Había sido distinguido con la Encomienda del Mérito Civil, era miembro del Partido Socialista y un hombre profundamente honesto, un técnico de primer orden y una persona cordial y afable. Estaba casado con Esperanza Navarro y tenían dos hijos.
Sus padres fueron Pedro Lasso y Blanca Purriños. Lasso fue apoderado del Banco Exterior de España en el Puerto de la Cruz. La familia residió muchos años en una vivienda situada en la segunda planta del propio banco.
Especializado en administración local y en estadística, Pedro Lasso Purriños realizó muchos trabajos por encargo del Gobierno de Canarias, sobre todo para enderezar económicamente algunos ayuntamientos en complicaciones. Era un técnico muy solvente. Era el mayor de tres hermanos, el segundo de ellos, Francisco José Lasso Purriños, técnico durante muchos años en el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz. La tercera, Blanca, ya fallecida, trabajó también muchos años en el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias.
Pertenecía el finado a una familia muy conocida y apreciada en la ciudad portuense. Pedro Lasso fue un hombre de bien por el que todo el mundo sentía afecto. Últimamente su salud se vio muy mermada, apenas salía de su casa y casi no podía valerse por sí mismo. Descanse en paz un buen amigo, un buen servidor público y una gran persona.
