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El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha vuelto a desmarcarse de la línea oficial del PSOE con unas declaraciones contundentes contra el acuerdo entre su partido y Junts para delegar las competencias de inmigración a Cataluña. En su intervención durante un foro económico en Toledo, no solo calificó el pacto como «absolutamente racista», sino que lo situó al mismo nivel que las políticas de Donald Trump, arremetiendo de paso contra la supuesta incoherencia del Gobierno de Pedro Sánchez.
La crítica de Page no es nueva, pero en esta ocasión ha elevado el tono y ha puesto en evidencia las contradicciones dentro de su propio partido. Mientras Moncloa defiende que el acuerdo con Junts es un paso necesario para mantener la estabilidad parlamentaria, el líder castellanomanchego denuncia que supone un retroceso en los principios históricos del PSOE. «Me produce bochorno como socialista, como ciudadano y como demócrata», afirmó con rotundidad.
Hipocresía y contradicciones en el discurso oficial
Uno de los aspectos más críticos de su discurso fue la acusación de hipocresía. En su opinión, el Gobierno ha mantenido un discurso de confrontación con la ultraderecha mientras, en la práctica, pacta medidas que considera propias de esa ideología. «No me vengan con cuentos de muros contra el trumpismo cuando se pacta con la peor extrema derecha», espetó, en una referencia directa a Junts y a la figura de Carles Puigdemont.
Page también cuestionó la legitimidad política del pacto. «No fuimos a las elecciones con este planteamiento, fuimos con el contrario», recordó, subrayando que la falta de mayoría absoluta no justifica un cambio tan radical en la política migratoria. Además, advirtió de que este acuerdo podría poner en peligro futuros consensos entre comunidades autónomas en materia de inmigración, ya que «dinamita por completo» cualquier posibilidad de pacto de Estado.
Una fractura creciente dentro del PSOE
El descontento de Page no es un caso aislado. Otras voces dentro del partido han comenzado a expresar dudas sobre la estrategia del Gobierno. Miguel Ángel Gallardo, secretario general del PSOE de Extremadura, también mostró su rechazo al acuerdo, defendiendo que la inmigración debe ser una «política de Estado» y no una competencia cedida a una comunidad autónoma. Aunque sus palabras fueron más moderadas, reflejan una preocupación compartida por otros sectores del socialismo territorial.
A medida que avanza la legislatura, el PSOE parece cada vez más fragmentado entre quienes defienden la estrategia pragmática de Sánchez y quienes, como Page, alertan sobre la pérdida de identidad del partido. El presidente castellanomanchego, que logró su reelección con mayoría absoluta en 2023 mientras el PSOE sufría derrotas en otras autonomías, se ha posicionado como una voz crítica constante. Sus palabras no solo desafían la línea oficial, sino que apuntan a un problema más profundo: la desconexión entre la dirección nacional y una parte significativa de su base territorial.
Consecuencias políticas: ¿hacia dónde va el PSOE?
El discurso de Page pone en entredicho la estrategia de alianzas de Pedro Sánchez, al tiempo que evidencia las tensiones internas en el partido. Si bien el presidente del Gobierno ha apostado por una coalición con las fuerzas independentistas para garantizar la estabilidad parlamentaria, este camino no está exento de riesgos. La fractura con barones socialistas críticos podría profundizarse y traducirse en problemas electorales en el futuro.
La gran pregunta es cuál será la respuesta de Ferraz y Moncloa. ¿Optarán por ignorar las críticas de Page, apostando por la disciplina interna, o se verán obligados a reconfigurar su estrategia para evitar una división mayor dentro del partido? De momento, lo único claro es que el PSOE enfrenta una creciente presión interna que podría condicionar su rumbo en los próximos meses.