El Real Madrid hizo un partido vergonzoso para ganarle al Sevilla (0-2), que jugó con nueve jugadores por expulsiones de Badé e Isaac. Uno en el minuto 4 de la primera parte, por agarrar a Mbappé, que era el último atacante, y el otro por darle tal patada a Tchouameni que casi le parte una pierna. Justas las dos expulsiones.
El partido sirvió para constatar varias cosas. Una, el Real Madrid ya no sabe jugar al fútbol, se le ha olvidado o no le interesa. El mejor ejemplo de eso es Bellingham, que está en plan Vinicius: no hace sino protestar y no juega a nada ni de nada. Dos, todos miraban a Mbappé, que consiguió su gol número 29 en Liga. Será Pichichi y puede que Bota de Oro, pero el equipo no puede jugar para él, como ocurría con Cristiano. Tres, el Sevilla es especialista en el juego truculento: cuando no puede ganar, sus jugadores se lanzan al suelo y se hacen los muertos. Cuatro, el árbitro concedió un minuto de prórroga en el segundo tiempo, a la vista de que el Madrid no quería marcar más goles, porque todavía le queda lo de Club elegante, pero tenía que haber añadido al menos diez o doce minutos en la segunda mitad, pausa de hidratación incluida. Cinco, con este equipo, el Madrid jugará el Mundial de Clubes, pero regresará pronto, no hay cuidado por el asunto de las vacaciones de los jugadores. Seis, al Madrid, cuando se le meten los rivales en el área propia, se le cruzan los cables. Y siete, aunque hay más, que el central Jacobo Ramón es muy malo, no sirve para el primer equipo, y Endrick, peor. Que los traspasen para que se fogueen. Endrick es parecido a aquel Mariano, que vino a sustituir a Cristiano y se quedó en el vestuario a perpetuidad.
¿El partido? No hubo partido. A mí el Real Madrid, con ese juego horizontal y monótono, me desespera, me aburre, me dan ganas de desconectarlo. El único que brilla es Mbappé, porque Mòdric está ya para dar clases en una academia, Bellingham se ha olvidado de cómo jugaba antes, quizá porque lo ponen fuera de su sitio, y el Madrid ya no es el Madrid.
Xabi Alonso, además de quitarse de encima a la mosca cojonera de la Agencia Tributaria, tendrá que reajustar todas las líneas y fichar un par de jugadores más, además de Huijsen, que es muy bueno, o al menos lo parece. Lo he visto con la Selección Española y me gusta.
Mientras el Barça levantaba en Montjuich la Copa de la Liga, conseguida justamente, el Madrid hacía aguas ante un Sevilla con nueve. El Barça perdía con el Villarreal, pero esa derrota no hace otra cosa que maquillar la Liga y darle una ayudita al Villarreal para que entre en Champions. En fin.
Y poco más de un partido que pasará a la historia de los despropósitos. Uno de los equipos en liza ya digo que se olvidado de jugar al fútbol y no es la primera vez que le pasa, el Real Madrid. Y el otro, un equipo marrullero en un campo que se llenó de globos amarillos, gesto antideportivo de la afición, un campo en el que siempre desaparecen, cuando conviene, los recogepelotas y un equipo que ha hecho del truco y de la simulación el motivo de su existencia. Eso no es fútbol, eso es una mierda.
En fin, que ojalá no hubiera encendido la televisión. Prefiero el Festival de Eurovisión y con eso les doy una idea de lo malo que fue el partido. Era el anti fútbol. Incluso los pocos aficionados coreaban con olés los pases del Sevilla. Hubo un momento en el que dieron 22 sin que el Madrid oliera la pelota. Supongo que Florentino Pérez sentirá la misma vergüenza que yo.
Que la temporada acabe pronto, por Dios, porque ha sido para olvidar. Ni un título de fundamento. Y el Mundial de Clubes me temo que va a ser la constatación de que al Real Madrid, que tanta gloria le ha dado al balompié, se le ha olvidado jugar y se le ha olvidado ganar.
¿Ancelotti?, un maestro del fútbol, pero se acabó su hora en el Real Madrid. Insignia de oro y brillantes y una futura asesoría deportiva cuando regrese de Brasil. Se lo merece todo porque es un señor y un enorme entrenador, pero el Madrid tiene que entrar en otra época. En otro fútbol.
Ah, me olvidaba, el segundo gol lo marcó Bellingham.