Un Tenerife sin suerte sucumbió en el estadio Martínez Valero ante el Elche, a pesar de que tuvo oportunidades para empatar, al menos. Sólo el cansancio final propició que los ilicitanos marcaran su segundo gol en el último minuto del partido.
Con Cervera, el Tete es otro: lucha, se implica, hace buen juego y tiene al menos ataque. No diría que gol, porque goles marca pocos y más cuando no están los que podrían ser goleadores.
A mí me gustó la segunda parte del equipo, que puso en apuros en varias ocasiones a los aspirantes al ascenso, pero lo malo es que no sale de la cola el equipo tinerfeño y la Liga sigue.
Hace falta no perder en el Heliodoro y sacar algunos puntos fuera, pero calidad en el juego hay y los jugadores no han perdido el ánimo. Corren, batalla e hilvanan buenas jugadas. No se puede pedir más, por eso en esta crónica no voy a citar a nadie, porque todos jugaron con el entusiasmo que los puede dejar en Segunda División.
Si el Club dirime el lío interno que tiene, con directivos peleándose, accionariado dividido, querellas pendientes y todo eso, y los jugadores se ven libre de las peleas de los propietarios del Club, el Tete se puede salvar. Pero si la pelea de la directiva continúa y llega al campo, mal asunto.
Es una pena, porque la afición sigue acudiendo al estadio, continúa animando al equipo y desde la llegada de Cervera se ha notado un cambio radical en los que se desempeñan en el terreno de juego.
El Heliodoro tiene que ser un fortín en los próximos partidos e intentar arañar algunos puntos fuera. Ayer era un buen día para intentarlo y casi lo consigue porque en las postrimerías del match el Tete pudo empatarle al Elche y sacar ese punto tan necesario. Pero no pudo ser, a pesar del esfuerzo y fue el Elche quien marcó el 2-0, aprovechando que el equipo tinerfeño estaba volcado en el área rival y no tuvo tiempo de replegarse en un ataque a la desesperada del Elche.
En fin, mala suerte y el deseo de tenerla mejor en los próximos partidos. Pero, desde luego, repito que el equipo está desconocido para bien, nada que ver con la etapa anterior. Por lo menos los jugadores se dejan el alma en el campo. Y así se tiene que ganar.
