El Mallorca estaba tan agotado al final del partido que Valient se metió un gol en propia meta y le dio al Madrid un final plácido y tiempo a Rodrigo para meter el 3-0.
Resultado corto, en cierta manera justo, porque el Mallorca perdió tiempo desde el minuto uno y desde ese mismo minuto empezó a provocar Maffeo, que incluso simuló una agresión inexistente de Vinicius, en la que De Burgos Bengoechea –que por cierto estuvo muy bien— no cayó. Jugadores como Maffeo no deberían estar sobre un campo de fútbol. Son poco leales con el deporte.
Tras el último pitido del árbitro se produjo una tángana, siempre con Maffeo como protagonista, sobreexcitado y chanchullero, que constantemente provoca a sus rivales, sobre todo si son del Real Madrid y si es Vinicius. Ayer la tuvo también con Asencio y con Bellingham, que al final, tras el tercer gol, le dio un toquecito insignificante a Maffeo en el cogote, que el árbitro no vio. Y tenía amarilla.
El Mallorca salió a lo suyo, a dar patadas, y a fiarse de la altura de Muriqi y de la torpeza de Larin, que lucharon mucho, pero sin acierto. Tampoco brilló el Madrid, que empezó muy bien pero luego se echó a dormir, como también es habitual. Sólo Bellingham se comía el campo, pero sus pases no eran aprovechados por sus compañeros y las segundas jugadas caían siempre en los centrocampistas del Mallorca.
Pasa siempre, lo que ocurre es que también gana casi siempre el Madrid. Por cierto, Mbappé hizo media hora sensacional, aunque sin suerte. A ver si la tiene contra el Barcelona en la final de la Supercopa. En el minuto 60 marcó Bellingham.
No sé si a este Madrid le dará su juego actual –es líder de la Liga– para ganarle al Barcelona el domingo, porque a mí me gustó mucho el Barcelona de la primera parte de ayer. El de la segunda, no. Pero también es verdad que a los leones se les aflojan las patas siempre que juegan con los culés. Con el Real Madrid no, con el Real Madrid se matan.
En el segundo tiempo no hubo fútbol, sólo goles. Golpes involuntarios, golpes voluntarios, conmoción de Tchouameni, que tuvo que abandonar el campo, y aplausos de la grada cada vez que Asencio, que lo sustituyó, tocaba el balón.
El Madrid retiró a Valverde y entró Ceballos; retiró a Vinicius, para evitar más problemas con Maffeo, y metió a Brahim, que jugó muy bien sus minutos. El tercer gol del Madrid fue una obra maestra de Lucas Vázquez y de Rodrigo, con un pase largo del primero que metió en la portería contraria el brasileño, con una acrobacia, el día de su cumpleaños.
Y qué decir del primer gol del Real Madrid, ya dije que en el minuto 60: hicieron falta tres lanzamientos (Rodrigo –al palo–, Mbappé y Bellingham), seguidos, para que finalmente Bellingham empujara el balón a la red entre las piernas de cuatro defensores y marcando su noveno gol en los últimos partidos. Ha encontrado de nuevo el camino de la portería rival. Courtois, por cierto, no hizo ni una parada, lo que da a entender que el Mallorca sólo se defendió.
En fin, que no pasará a la historia este partido, pero tampoco ha sido de los peores que le he visto al equipo de Ancelotti. Raíllo, central del Mallorca, se lesionó y tuvo que ser sustituido. Arrasate hizo luego varios cambios, hasta cuatro, sin consecuencias apreciables en el juego de su equipo. Parece como si saliesen ya cansados, entre ellos Abdón, bigote de España.
Y eso fue todo. El Real Madrid pasó el trámite, ya está en la final de la Supercopa y será otro clásico de infarto. Como siempre, el Real Madrid marca cuando la gente se está yendo del campo. Pero esa es su forma de ganar y hay que respetarla.
Mejor que el espectador no le tenga miedo a la cola de tráfico y que espere al último segundo de juego antes de abandonar el campo.