Inspirada en la obra de Alejandro Dumas, publicada allá por el año 1846, surge una marca de habanos mundialmente conocida, Montecristo. Corría el año 1935 cuando un acaudalado español, don Alonso Menéndez, compró la empresa Particulares SA y crea la marca basada en las aventuras / desventuras del famoso Edmundo Dantés, a la que el consumidor conoce por su vitola de color marrón con la impronta de la flor de lis.
Sin embargo, la flor no hará acto de presencia en las vitolas hasta el año 1940; anteriormente podían verse las figuras de un león o un ancla como enseñas primigenias. No obstante ya desde aquella fecha en las cajas y tubos en las cuales venían y vienen siendo presentados estos maravillosos habanos, podemos ver las seis espadas cruzadas formando un triángulo dentro del cual se halla el conocido distintivo.
Don Alonso también adquirió la fábrica de H.Upman apenas un año después, es decir en 1936, fábrica en la que empezarán a torcerse los Montecristo, alcanzando un volumen de ventas por aquel entonces estratosférico sobre todo en el mercado de Gran Bretaña y Estados Unidos, de la mano de Alfred Dunhill, llegando a tener la distinción de puros de Alta Regalía allá por los años 50, cambiando de ubicación la fábrica a la zona de Pinar del Río, en Vuelta Abajo.
El Montecristo es un puro que ha enamorado a medio mundo, arraigado en la cultura española, y en ocasiones digno de entrar en el Libro Mundial de los Récords, como ocurriera con el Montecristo del A, el habano más caro del mundo en los años 70; es un puro fraguado en la paciencia, el buen trabajo y el añejamiento de cinco años de sus hojas, incluso aquí guarda concordancia con la larga venganza tramada por Edmundo durante los 13 años que duró su reclusión en If.
En una ocasión tuve el privilegio de ver cómo un torcedor de la zona de Viñales en Vuelta Abajo (Cuba), mientras nos hipnotizaba con la elegancia de sus movimientos de manos, nos contaba que el Montecristo del 4 ( vitola de galera Marevas de 42 de cepo y 129mm de largo) era el puro de Ernesto Che Guevara, aquejado de asma; paradójicamente, era el único puro que podía fumar y es la única vitola en la que se usan todas las partes de la planta, refiriéndonos a sus pisos foliares. Sin duda alguna esto es lo que ha llevado a que nos encontramos ante el puro más vendido del mundo, en una trayectoria que data desde que se leía en galeras esta novela de aventuras, terminando con un estruendo de chavetas en señal de aprobación, para paliar así las largas jornadas de trabajo.
Montecristo, bajo la bandera de Pinar del Río, es una marca de habanos que pesar de la que está cayendo ha mantenido su calidad, y sobre todo no ha dejado de agasajar al consumidor, con el lanzamiento de nuevas vitolas tales como el Edmundo, petit Edmundo en honor al protagonista aventurero, la Línea Reserva, la Línea Open con sus cuatro vitolas (Junior, Regata, Eagle y Master), Doble Edmundo el Petit del nº2, el Montecristo Churchill Añejados o el Montecristo Dantés que sería el precursor de la Línea 1935 que aúna tres vitolas, el Maltés, Dumas y el Leyendas.
Si el lector me concede una pequeña licencia, creo que no puede pasar sin probar el Doble Edmundo como sinónimo de elegancia, complejidad, construcción y duración de unas dos horas, que hará que sienta el poder de tener en sus manos lo más parecido a una batuta de orquesta de sabores.
No quiero terminar estas líneas, sin hacer una breve reseña a la Edición Exclusiva para España que rinde homenaje a la Real Fábrica de Sevilla; el Montecristo Carmen con vitola de galera Pacos (49 de cepo x180mm de largo), lanzado por la Marca en colaboración con ST Dupont y La Cartuja de Sevilla, a la que por desgracia muchos no podremos ni llegar a ver de cerca, pues se lanzaron 250 humidores con 100 puros cada uno al precio nada desdeñable de 30,000€, un precio por supuesto al alcance unos pocos privilegiados.