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Lo que pasó entre Santa Cruz y La Laguna/Norte, en tiempo inmemorial, puede volver a ocurrir. No es ni más ni menos que lo que pasó en Salamanca, con la U.D. Salamanca y los unionistas. Es absolutamente legítimo. Santa Cruz quiso monopolizar el fútbol vamos a llamarlo, con mucho optimismo, de elite, en Tenerife; y La Laguna (Hespérides) y el Norte de Tenerife (C.D. Norte), cuyo último presidente fue mi padre, se opusieron. Ganó Santa Cruz y el Hespérides y el Norte desaparecieron, pero el Tete sobrevivió. El otro día, creo que el jueves, se convocó un almuerzo en la finca de Miguel Concepción, en Arico. Una finca preciosa donde hay olivos, se produce un aceite de oliva excelente, que yo consumo en Los Limoneros, y existen unas cuevas primorosamente decoradas, que son auténticas viviendas de lujo. En ese almuerzo –me cuentan, porque a mí ya no me invitan a nada— había gente del fútbol y se llegó a la conclusión de que lo que hay que hacer, para empezar de cero, sin deudas ni otras mierdas, es comprar un equipo de Primera Federación (Tercera División en la práctica, o Segunda B, como quieran) que le dé la réplica al C.D. Tenerife, ahora en manos de gente de fuera, entre ellos el godo Garrido y el escurridizo e impetuoso Rayco. Jugaría el nuevo equipo en el estadio Rodríguez López, que es propiedad insular y tendría los mismos derechos y prebendas insulares que el C.D. Tenerife.

Se llamaría U.D. Tenerife y no me digan que ya hay uno –femenino— porque a todos los efectos son categorías distintas. O sea, que cabe ese nombre: U.D. Tenerife. Los empresarios, dentro de sus posibilidades y de sus voluntades (ninguno es muy generoso que digamos), están dispuestos a poner pasta. Estarán ahí Conrado Bacallado, Amid Achí, Miguel Concepción y tienen mimbres: José Daniel Díaz, ex presidente del Tete, les ayudaría, sobre todo por razones de afinidad familiar con Concepción; es su yerno. El proyecto parece serio, se trata de fútbol semiprofesional, con emolumentos regulados federativamente para los futbolistas y equipos que se pueden comprar hay muchos. El Tete ha dejado de ser de la afición tinerfeña, según los empresarios que están en el asunto. Y ellos quieren devolverle algo, dan casi por perdido el dinero invertido en el Tete y quieren iniciar un proyecto nuevo. Es legítimo. Algunos asistentes me confirman la reunión, que no confabulación, sino asamblea empresarial informal, y me dicen que la cosa va en serio y que ya tienen clubes candidatos que poder comprar. Así que yo me limito a dar la noticia. En los próximos días veremos si la cosa prospera. Ayer llamé a dos de los citados y no respondieron a mis requerimientos. O yo ya no pinto nada, que quiero creer que es verdad, o no quieren hablar los protagonistas. Mañana –o quizá pasado mañana— les seguiré contando cosas. Por ejemplo, que el equipo también vestiría de blanquiazul porque los colores son patrimonio del alma y el alma sólo es de Dios.