Si el ministro Torres quiere quitarle a Ayuso el palacio de la Puerta del Sol –desde lo del pisito, Torres anda chocho y un tanto despistado— y Ayuso le ha contestado que incorpore también a la memoria histórica la Academia de Santa Cecilia, hoy Parlamento de Canarias, y antiguo centro de torturas franquista, y los aeropuertos de Los Rodeos y de Gando, donde también se torturaron a inocentes, yo hago una oferta a Torres. Tengo en mi casa un váter o cagadero, en el que deponían los falangistas amigos de mi padre que iban a casa de mi abuela a jugar al tute y de la emoción del juego les entraban apretones. Se lo puedo donar para que lo coloque en una urna o lo destruya en una plaza pública de Canarias, para demostrar que las cagadas de los falangistas –que fueron muchas— contaminaban más que las de los republicanos –que cagaban mucho también, aunque comían peor porque eran más menesterosos–. Esto de la memoria histórica se ha convertido en una pesadilla y en un cachondeo. Todo el mundo sabe que el edificio de la Puerta del Sol era la sede de la temible Dirección General de Seguridad, que ocupó incluso Carlos Arias Navarro, carnicerito de Málaga, luego presidente del Gobierno y, antes, gobernador que fue de Santa Cruz de Tenerife. Pero cuando llegó la democracia cesaron los gritos de los detenidos y se convirtió en un edificio para la democracia. Hasta allí condujeron al inolvidable cronista deportivo local Avelino Montesinos, telegrafista él, que en la transmisión de un partido del Tete para Radio Club, refiriéndose al árbitro, dijo: “Gallego tenía que ser”. Lo llevaron a Madrid, lo metieron en un calabozo de la Puerta del Sol y allí estuvo quince días, pudriéndose en una celda, hasta que se comprobó que el pobre Avelino era más franquista que Franco; y lo soltaron, con la camisa azul y todos los pronunciamientos favorables. El cagadero franquista de la casa de mi abuela yo lo cedería, con todo, hasta con el viejo cepillo de limpiar la mierda, al ministro Torres, para que lo coloque, con o sin placa, donde él quiera, incluso en el pisito de Atocha; o lo dinamite. Es que lo van a destruir todo, no van a dejar piedra sobre piedra estos cabrones. A mí Franco me la suda, incluso tanto como Sánchez, pero al final, con tanto homenaje sociata y demás, le voy a coger cariño al general y voy a sujetarme los pantalones con los correajes de mi padre, que rescataré del baúl de mi abuela, que jamás se ha abierto desde que mi padre se fue al otro barrio. A jugar al tute con los otros falangistas del cagadero.
domingo, 18 mayo,2025