El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este lunes la imposición de un arancel del 25% a todos los países que compren petróleo o gas a Venezuela, intensificando su campaña contra el gobierno de Nicolás Maduro. En un mensaje publicado en su plataforma Truth Social, Trump justificó la medida como una respuesta a lo que describió como una actitud «muy hostil» de Venezuela hacia Estados Unidos, acusando al país sudamericano, sin pruebas detalladas, de enviar «decenas de miles de criminales» al territorio estadounidense, incluyendo miembros de la banda Tren de Aragua, designada como organización terrorista extranjera por su administración.
La nueva política, que entrará en vigor el 2 de abril —un día que Trump ha denominado «Día de la Liberación» por coincidir con otros aranceles recíprocos prometidos—, afectará especialmente a China, el mayor comprador de crudo venezolano, que en 2023 adquirió el 68% de las exportaciones de petróleo del país, según un análisis de la Administración de Información Energética de EE.UU. Otros países como India, España, Rusia y Vietnam, que también importan petróleo venezolano, podrían ver incrementados los costos de sus bienes exportados a Estados Unidos. Curiosamente, el propio EE.UU. importó 8.6 millones de barriles de Venezuela en enero de 2025, lo que plantea interrogantes sobre cómo se aplicará esta medida internamente.
El anuncio coincide con la reciente extensión de una licencia a Chevron, que ahora podrá operar en Venezuela hasta el 27 de mayo, tras negociaciones con el CEO de la compañía, Mike Wirth. Esta decisión, que evita un colapso inmediato de las exportaciones venezolanas a EE.UU., sugiere un enfoque selectivo en la presión económica, dirigido más hacia compradores extranjeros como China, que ya enfrenta aranceles del 20% sobre sus bienes y podría ver tarifas acumuladas de hasta 45% si continúa su comercio con Caracas.
La medida ha generado reacciones mixtas: mientras algunos ven en ella una herramienta para aislar aún más a Maduro, otros advierten que podría desencadenar alzas en los precios del petróleo y tensiones comerciales globales. Por ahora, Trump reafirma su estrategia de usar aranceles como arma diplomática, en un contexto de creciente confrontación con aliados y rivales por igual.