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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, manifestó este domingo su disposición a estudiar la propuesta de su homólogo ruso, Vladimir Putin, de prorrogar por un año el tratado START III, el último acuerdo de desarme nuclear vigente entre ambas potencias y que expira el 5 de febrero de 2026. La extensión mantendría las actuales limitaciones sobre el tamaño de los arsenales nucleares de ambos países.
“Me parece una buena idea”, respondió Trump de forma escueta a periodistas en la Casa Blanca, antes de dirigirse a Virginia para participar en la conmemoración de los 250 años de la Marina estadounidense. El mandatario no ofreció detalles sobre negociaciones en curso o futuras en torno a la iniciativa, presentada por Putin.
El embajador ruso ante la ONU, Vassily Nebenzia, recordó recientemente que Moscú aún espera una respuesta oficial de Washington. Putin, al anunciar la propuesta, matizó que su viabilidad dependería de que Estados Unidos no adoptara medidas que alteraran el equilibrio estratégico de disuasión nuclear.
El planteamiento ruso se produce tras las declaraciones del vicepresidente estadounidense, J. D. Vance, quien indicó que Washington evaluaba una petición de Ucrania para recibir misiles de largo alcance capaces de alcanzar territorio ruso, incluyendo Moscú. La prensa ha especulado con la posibilidad de que Kiev reciba misiles Tomahawk, con un alcance de hasta 2.500 kilómetros.
Putin advirtió en un mensaje difundido por la televisión estatal que el suministro de esas armas a Ucrania supondría “la destrucción de nuestras relaciones” con Estados Unidos o, en el mejor de los casos, “el fin de cualquier avance positivo logrado en los últimos meses”.
El START III, también conocido como Nuevo START, limita a 1.550 las cabezas nucleares estratégicas y a 700 los sistemas balísticos desplegados para cada país, ya sea en tierra, mar o aire. Aunque Moscú suspendió la aplicación del tratado en 2023, sin llegar a denunciarlo formalmente, los expertos occidentales no han podido inspeccionar instalaciones rusas desde entonces. La cuenta atrás para renovarlo coloca de nuevo a Washington y Moscú en el centro del debate sobre la estabilidad nuclear mundial.