Los sucesos recientes en el mar que han involucrado a inmigrantes africanos fallecidos antes de llegar a las Islas Canarias, han sido particularmente trágicos y conmovedores. Este fenómeno, que no es nuevo, ha cobrado vidas en su intento de búsqueda de una vida mejor en Europa.
En los últimos años, numerosas embarcaciones precarias, muchas veces sobrecargadas y sin las condiciones mínimas de seguridad, han naufragado en el Atlántico. Estos barcos parten desde la costa oeste de África, principalmente desde países como Senegal, Mauritania y Marruecos, intentando llegar al archipiélago, que representa una de las puertas de entrada a Europa.
Los inmigrantes se lanzan desesperadamente al mar por esta ruta que enfrenta múltiples riesgos, dejando los bolsillos llenos a conciudanos sin escrúpulos. El viaje en sí mismo es extremadamente peligroso debido a la distancia, las corrientes marinas y las condiciones meteorológicas. Además, las embarcaciones utilizadas son frecuentemente inadecuadas, construidas de forma improvisada y sobrecargadas de pasajeros. La falta de alimentos, agua potable y combustible agrava la situación, convirtiendo el viaje en una travesía mortal para muchos.
En lo que va de año se ha registrado un aumento significativo en el número de embarcaciones que intentan llegar a las islas. Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), cientos de personas han muerto o desaparecido en el intento. La cifra exacta es difícil de determinar debido a la naturaleza clandestina de estas travesías, pero se estima que cada semana varias embarcaciones no logran completar el viaje. Pero la aparición de cadáveres en las costas de varias islas y los testimonios de quienes sí pudieron llegar, hace pensar en miles de vidas, entre ellas menores de edad y mujeres embarazadas.
Las autoridades españolas, junto con organizaciones no gubernamentales y agencias internacionales, han intensificado los esfuerzos de rescate y asistencia. Sin embargo, los recursos son limitados y la magnitud del problema supera las capacidades disponibles. Los sobrevivientes que logran llegar a las costas canarias son frecuentemente llevados a centros de acogida donde reciben atención médica y asistencia básica.
Pobreza extrema
Las razones detrás de este flujo migratorio son múltiples y complejas. La pobreza extrema, los conflictos armados, la persecución política y la falta de oportunidades en sus países de origen empujan a estas personas a emprender el peligroso viaje. Además, las mafias de tráfico de personas explotan estas desesperadas circunstancias, cobrando sumas exorbitantes por un viaje que frecuentemente termina en tragedia.
La situación en el Atlántico es un recordatorio doloroso de las profundas desigualdades y crisis humanitarias que persisten en el mundo. La tragedia de los inmigrantes africanos fallecidos antes de llegar a las Islas Canarias subraya la necesidad urgente de abordar tanto las causas profundas de la migración forzada como de mejorar las respuestas de rescate y acogida. Solo a través de un esfuerzo conjunto y coordinado se podrá reducir el número de vidas perdidas en esta peligrosa travesía. Las autoridades canarias se muestran incapaces de aportar solución a un problema al que la mayoría de las autonomías españolas y el mismísimo Gobierno dan la espalda.
Mientras tanto, la lejana Europa de las igualdades, el progreso, el cuidado del planeta y un largo etcétera de etiquetas meramente superficiales, no muestra el más mínimo tesón en abordar una de las mayores tragedias de los últimos tiempos.
