Tesla Inc., el gigante estadounidense de vehículos eléctricos, ha suspendido la aceptación de nuevos pedidos en China para sus modelos Model S y Model X, ambos fabricados en su planta de Fremont, California, e importados al mercado chino. La decisión, reportada inicialmente por Reuters el pasado viernes, se atribuye a la intensificación de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, marcada por aranceles recíprocos que han disparado los costos de importación.
El cambio se reflejó en la página web china de Tesla, donde los botones de “pedir ahora” para el Model S y el Model X fueron reemplazados por “ver autos disponibles”, limitando las ventas a los vehículos ya en inventario, como un Model S blanco listado por 759.900 yuanes (unos 103.800 dólares). También se eliminó la opción de pedidos en el miniprograma de Tesla en WeChat, una plataforma clave para el comercio electrónico en China. Aunque la compañía no ha emitido un comunicado oficial explicando la medida, fuentes del sector apuntan a los aranceles impuestos por ambos países como el factor determinante.
El pasado 9 de abril, el presidente Donald Trump elevó los aranceles a productos chinos al 145%, tras una pausa de 90 días en tarifas a otros países. En respuesta, China incrementó sus gravámenes a importaciones estadounidenses al 125% a partir del 12 de abril, sumándose a un 20% previo por motivos relacionados con el tráfico de fentanilo. Estos impuestos han encarecido significativamente los vehículos importados, haciéndolos menos competitivos frente a los producidos localmente, como los Model 3 y Model Y fabricados en la Gigafábrica de Shanghái, que representan el 96% de las entregas de Tesla en China.
En 2024, China importó solo 1.553 unidades del Model X y 311 del Model S, menos del 0,5% de las 657.000 entregas totales de Tesla en el país, según Li Yanwei, analista de la China Auto Dealers Association. A pesar de su impacto limitado en las ventas generales, estos modelos son más rentables que los Model 3 y Model Y, que enfrentan márgenes reducidos por la feroz competencia de fabricantes locales como BYD, cuya cuota de mercado creció un 23% en marzo frente a una caída del 11,5% en las ventas de Tesla.
La suspensión de pedidos también refleja los desafíos más amplios que enfrenta Tesla en China, donde las entregas desde Shanghái han caído un 22% en el primer trimestre, marcando seis meses consecutivos de declive. Analistas han advertido que la empresa está en una “crisis total” en el país, agravada por la percepción negativa de la marca debido a la asociación de su CEO, Elon Musk, con la administración Trump, quien lo nombró líder del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE).
Mientras tanto, la guerra comercial sigue escalando, con China explorando nuevas represalias, como restricciones a las exportaciones de tierras raras esenciales para las baterías de Tesla. Aunque la Gigafábrica de Shanghái protege a la compañía de algunos impactos, su dependencia de proveedores chinos –que representaban el 40% de sus materiales de baterías en 2023– plantea riesgos significativos si las tensiones persisten.
Por ahora, Tesla no ha indicado si reanudará los pedidos del Model S y Model X en China ni cómo planea ajustar su estrategia en el mayor mercado automotriz del mundo. La suspensión, aunque simbólica en términos de volumen, subraya las dificultades de operar en un entorno de aranceles prohibitivos y creciente competencia local, dejando a la empresa en una encrucijada crítica para mantener su posición en China.