Todos, bueno, casi todos los asistentes al congreso de la UGT que aplaudieron al amado líder Pedro Sánchez viven de sueldos oficiales. No tiene mérito alguno ese aplauso, igual que tampoco lo tendrá el viernes, el sábado o el domingo, cuando Sánchez haga su aparición en el congreso del PSOE. Miren, los sindicatos españoles son los de Franco: están subvencionados por el Estado, no por las cuotas de sus afiliados, porque más de la mitad no las pagan y además son irrisorias. Son tan verticales como los del caudillo, con el añadido de las panzadas de mariscos que se dan sus dirigentes. Pasa lo mismo con el clientelismo que ha creado el PSOE, que ya no es un partido ni es nada, sino un nido de corrupción. Pero ocurre que en España gobierna el cinismo, que es un invento fantástico de Chávez, Maduro y otros dictadores latinoamericanos: primero ocupo las instituciones, las colonizo y después creo tal red clientelar que incluso podrían permitirme seguir en el poder mucho tiempo. Hasta que la olla reviente y la olla sólo revienta por la economía. Lo que pasa es que tienen suerte: la economía no va mal. Y si va mal, no pasa nada, de momento, mientras yo tenga a Conde-Pumpido, a García Ortiz (que todavía está, aunque parezca mentira), a Escrivá y a la mema de la ministra de Hacienda. Lo tienen todo controlado, a los únicos que no han podido controlar son a los jueces y a parte de la Prensa. Lo demás es de Sánchez y Sánchez tiene las dosis de cinismo y de caradura suficientes para seguir empujando a los demás al abismo con tal de salvarse él. ¿Se salvará? No lo sé. Pero un día se levantará de la cama y verá que ya no hay rendija por la que colarse para escapar. Sánchez, en su enfermedad mental, cree que es imbatible y que nadie lo va a bajar del sillón. Este fin de semana recibirá un aplauso cerrado de sus huestes a sueldo en el congreso socialista. Eso le dará alas, como si se hubiera tomado un litro de Red Bull. Más tarde regresará a La Moncloa, de donde no puede salir sino en helicóptero, porque lo increpan. Pero todo esto tiene un límite, aunque la corrupción en España no siempre conlleva consecuencias posteriores para los corruptos. Nos hemos acostumbrado a ser un país corrupto. Y, conste, la corrupción no es exclusiva del PSOE, porque la derecha, agüita. La derecha tampoco tiene perdón de Dios. Pero, hombre, Sánchez, no alargues tu agonía. Vete ya, aunque ingreses menos dinero en la cartilla. Ya tienes bastante para vivir y, si no, ahí está el Consejo de Estado, en el que ingresarás como ex presidente con un sueldo de casi 100.000 euros al año. Porque no creo que te paguen mucho por dictar una conferencia, como es el caso de Bill Clinton. Zapatero lo intentó y no le contrataron prácticamente ninguna. Y eso que éste sí tiene mucho que contar.
domingo, 18 mayo,2025