Lo más extraño que le ocurre a Sánchez es su capacidad para enfangarse y para enfangar a los suyos. Ahora se empeña en mantener en el cargo a un cadáver jurídico como es su fiscal general del Estado, García Ortiz, tras ser éste declarado investigado por el Tribunal Supremo por un presunto delito muy grave (y más para un fiscal general): el de revelación de secretos. Es el mismo caso de Tezanos: se sabe que truca las encuestas a su favor y Sánchez lo mantiene en el cargo de la demoscopia oficial, porque a Sánchez las instituciones y su propia credibilidad les importan un carajo. Y lo mismo alimenta el ego y el poder de Conde-Pumpido en el Tribunal Constitucional que mantiene a García Ortiz, incluso contra la opinión de la mayoría de los 3.000 fiscales que trabajan ejemplarmente en España. Tanto la mayoritaria Asociación de Fiscales como la Asociación Profesional Independiente de Fiscales lanzaron ayer durísimos comunicados contra su jefe, pidiendo su dimisión. Pero es Sánchez quien lo emponzoña todo y han sido cinco magistrados de la Sala Segunda del Tribunal Supremo quienes han imputado, por unanimidad, a García Ortiz por un delito gravísimo, como es –y más, repito, para un fiscal general— la revelación de secretos. Todo porque en el PSOE le tienen pánico a Isabel Díaz Ayuso, una mujer sencilla que gobierna la comunidad de Madrid, sencillamente con acierto político. Y había que destruirla. El origen está ahí, Ayuso es la obsesión de Sánchez y del sanchismo. El PSOE, tan simple, opina que García Ortiz sólo impidió un bulo con su comportamiento. El PSOE ha perdido el sentido de la realidad. Y lo que es peor, el de la decencia. Nunca en democracia se había investigado a un fiscal general, nunca se había cuestionado su honorabilidad pública y no es de recibo que quien tiene que velar por la legalidad y la imparcialidad las vulneren y no pase nada. ¿En qué país vivimos? Cuando se escriba la historia de todo esto, Sánchez aparecerá en ella como un mago de la indecencia, como un cínico y un hombre enfermo de poder, que no lo quiere soltar aunque su rebaño le haya salido cojo. Porque si ven el mapa que publicamos aquí de la corrupción en España, el asunto sube de tono. En el fango viven la mujer y el hermano de Sánchez, cuyo escándalo más fuerte aparecerá en los próximos días: la Guardia Civil investiga quiénes son los destinatarios de 31 transferencias que Aldama, hoy en prisión, hizo desde el pueblo fronterizo portugués, Elvas, donde vive el tal David (Sánchez) Azagra, hermano del presidente del Gobierno, por un monto de 1,16 millones de euros. Todos huyen hacia adelante, todos corren pero en distintas direcciones para intentar escapar de la quema y todos parecen pringados hasta la médula por la corrupción, la trampa, grande o pequeña, y la insidia. Hasta el fiscal general del Estado, que debería ser el máximo ejemplo de la neutralidad absoluta. ¿A dónde va este país? Esto sólo lo arregla el límite a dos de los mandatos presidenciales, pero para eso habría que cambiar la Constitución. Y aquí no se cambia nada.
martes, 29 abril,2025
