El Gobierno de Sánchez le acaba de hacer otro favor al independentismo catalán concediendo el CSD (Consejo Superior de Deportes), que depende del Gobierno, la cautelarísima al F.C. Barcelona, con una economía desastrosa, para que pueda inscribir a Dani Olmo y a Paul Víctor, a pesar de la oposición de la Liga y de la propia Federación Española de Fútbol. Ambos organismos habían denegado la inscripción de los dos jugadores, amparándose en el fair play financiero, obligatorio para todos los clubes profesionales españoles.
El presidente del Barcelona, Joan Laporta, cuya permanencia en la presidencia pende de un hilo, celebró en Arabia Saudita la decisión del CSD con un corte de mangas, cosa propia de quien ha optado por la venta de humo y la vehemencia para regir los destinos del Club. Donde el Barça debe demostrar su valía es en el campo, no en los despachos ni en la política. Sánchez parece haber sido, una vez más, un aliado fundamental. La política de este felón puede acabar también con el fútbol, como ha acabado con las instituciones.
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El Consejo Superior, tras el deslavazado recurso del Barça, se ampara en una máxima –propia, no escrita en código alguno— de que no se puede privar a unos futbolistas de ejercer su profesión mientras se resuelven los problemas administrativos relativos a su trabajo, pero es verdad que el F.C. Barcelona esperó a última hora para intentar resolverlos y dejó pasar el plazo de que disponía–hasta el 31 de diciembre— para presentar la documentación acreditativa de los recursos que había logrado para estabilizar su economía. Recursos dudosos y contratos que no han sido mostrados hasta la fecha.
Ya habíamos advertido que el tema se iba a resolver en Waterlooo o en Suiza, lugares de residencia del prófugo Puigdemont, pero al parecer no hizo falta ir tan lejos. Sánchez habrá dado las instrucciones oportunas para que se beneficiara al equipo de fútbol que es símbolo del independentismo catalán. La respuesta la tienen ahí mismo.
Los memes al respecto, incluso algunos de Sánchez luciendo la camiseta del F.C. Barcelona, se suceden uno tras de otro en las redes. Este presidente del Gobierno no sólo es un descarado sino una persona sin escrúpulos, capaz de vender su alma con tal de contentar a sus socios y de permanecer en La Moncloa. Parece increíble, pero es cierto. El descaro absoluto de la política sanchista, que ha colonizado las instituciones españolas, llega al fútbol. Y el CSD no se libra de él.