Ha muerto Mario Vargas Llosa en su casa de Lima. Vivió sus últimos años entre un amor nuevo y raro que él creyó que era para siempre, el de la volátil Isabel Preysler, y el de su familia, que siempre le quiso: Álvaro, Gonzalo y Morgana, sus hijos, y su mujer, Patricia Llosa. Será velado en la intimidad, y quien sabe si sus cenizas esparcidas por algún río de Perú. Tenía 89 años, lo último que leí de él fue aquella novela de las cuatro esquinas y algún artículo en periódicos del mundo, que eran meditados y seguros, aunque ya había dejado de escribir y no respondía las preguntas de nadie: “Ya he respondido a todo lo que me preguntaron”, dijo. Candidato frustrado a la presidencia de su país, fue distinguido y admitido con honores en las academias Española y Francesa y fue un mago de las letras. Tardaron en concederle el Nobel, pero se lo otorgaron, como un grandísimo representante de la nueva novela latinoamericana, que hizo historia. Fue un genio de la escritura y murió sin revelar por qué le propinó aquel puñetazo a su amigo Gabriel García Márquez, aunque algo ha contado Jaime Baily en un libro interesantísimo que relata un presunto lance amoroso en una noche en la que dos personas no querían llegar a un aeropuerto. Se quebró una amistad indestructible, pero los años suavizaron los dolores de aquel parto de celos y supuestos amores inconfesables. A sus casi 90 años, las fuerzas le habían abandonado, hablaba poco o nada y se había refugiado en su casa de Lima, donde había trasladado su biblioteca. Vivió mucho en Londres, también en Madrid, pero todo peruano quiere irse a morir a su tierra y Mario no fue una excepción. Tiene obras excepcionales (“Conversación en la catedral”, “La tía Julia y el escribidor”, “La fiesta del chivo”) y fue protagonista de amores retorcidos pero fantásticos, con su tía Julia, con su prima Patricia, con la Preysler y con muchas más, algunos que ni se conocen. Sus últimos años se acercaron más a la farándula y a la gloria vana de la jet-set que a la literatura, pero que le quiten lo bailado. Ha muerto un genio de las letras. Un hombre que ya está en la historia. Un indiscutible de las letras y de la imaginación desbordante de los escritores de su generación, que le volvieron a dar la vuelta a la literatura universal. Desde luego, mejor que Faulkner o que Hemingway, por los que ya no doblan las campanas. Las campanas de Lima doblan hoy por Mario Vargas Llosa, que ya ha pasado a la otra dimensión. Me imagino sus charlas con el Chivo, si es que al Chivo lo dejaron entrar, que no lo creo. Por pasaportes que no sea, Vargas tenía tres: el peruano, el español y el dominicano. No sé si también el francés.
martes, 29 abril,2025

Murió Mario Vargas Llosa, un hombre entre la escritura y la jet-set
El Nobel de Literatura y académico (89 años) se encontraba en su casa de Lima