Era más pesado que un plomo y siempre se estaba quejando de que no lo ayudaban económicamente, pero Manolo el del Bombo, que se llamaba Manuel Cáceres Artesero, animó a la Selección Española durante años. Estuvo presente en 10 Copas del Mundo y en 8 Eurocopas y a veces resultaba insoportable el ruido de su bombo, pero no hay duda de que la Selección Española reaccionaba cuando estuchaba el estruendoso sonido de Manolo desde la grada de los pobres. El del Bombo era culipardo, o sea nacido en Ciudad Real, pero vivió en otras partes de España. No sé por dónde andaba ahora pero sí que el último partido al que asistió, yo creo que también con su bombo, fue ante los Países Bajos, en Mestalla. Tenía 76 años. Estaba el hombre jodidillo y hasta la ministra Alegría ha mostrado su pesar, aunque parezca un oxímoron, ella que tampoco vive sus mejores momentos, pero por otros motivos y por culpa de Ábalos, traidor, el putero de Teruel. Ahora todo el mundo quiere a Manolo el del Bombo, pero cuando vivía poca gente le hacía caso y no le daban ni para churros al pobre. Fue dueño de un bar, exhibió su bombo mágico por la geografía española y de Extranjeria (que diría Pepe Monagas), era del Valencia, hincha cerrado, e incansable dándole al puto bombo, instrumento futbolero y ruidoso donde los haya. Algunos lo acusaron, sin motivo, de gafe, pero lo cierto es que con él la Selección Española conoció su mejor época y siempre llevaba una corte al lado de incondicionales, casi todos ellos con bastante pinta de horteras. ¿Pero qué es el fútbol sino un deporte mayoritariamente amagado? Metido en la camisa roja de la Selección formó parte de lo que se ha dado en llamar “marea roja”, nube de incondicionales del amor futbolero patrio, que acompaña al combinado nacional allá donde va. Manolo llevaba una boina bilbaína enorme, que no sé si se la hizo a medida, pero seguramente la cabeza le había menguado, porque le sobraba boina por todos lados. En los momentos de decaimiento del personal, él era el único que le daba al bombo con un entusiasmo digno de mejor causa. Yo creo que nunca vio un partido, porque siempre estaba más atento a los palos y al tambor que al fútbol, pero eso les pasa también a los que cada vez que van a mear, su equipo marca un gol y por ello no han visto nunca anotar a sus clubes del alma. Pues eso. Que descanse en paz el entusiasta Manolo, poseedor de los valores patrios tradicionales y animador incansable de nuestra Selección Nacional de Fútbol, como se decía antes.
sábado, 19 julio,2025