Una mujer de 45 años, identificada solo como «Ann» por razones de privacidad, ha logrado «hablar» en tiempo real por primera vez en dos décadas tras conectar su cerebro a una avanzada máquina impulsada por inteligencia artificial. Este hito, anunciado este lunes por investigadores de la Universidad de Harvard y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), representa un avance sin precedentes en el campo de las interfaces cerebro-máquina y ofrece nueva esperanza a millones de personas con trastornos de comunicación.
Ann, quien perdió la capacidad de hablar hace 20 años debido a una parálisis severa causada por una enfermedad neurodegenerativa rara, participó en un ensayo clínico que utilizó una interfaz neural no invasiva para interpretar sus intentos de hablar. La tecnología, desarrollada durante siete años, registra la actividad cerebral a través de un casquete equipado con electrodos colocados en el cuero cabelludo, sin necesidad de cirugía. Esta actividad se traduce en tiempo real en palabras y frases mediante algoritmos de IA entrenados con miles de horas de datos de voz humana.
El sistema, que los investigadores llaman «NeuroVoice», fue calibrado específicamente para Ann, quien, a pesar de su silencio, conservaba la capacidad de formular palabras en su mente. Durante el ensayo, logró pronunciar frases completas, como «Quiero un café» o «Estoy feliz de estar aquí», con una precisión del 92%, según los datos preliminares. Aunque el tono y el ritmo no son idénticos a su voz original, la claridad de las palabras generadas electrónicamente ha permitido a Ann comunicarse de manera fluida con su familia y equipo médico.
«Este es un momento histórico. Por primera vez, alguien que no podía hablar ha recuperado una voz casi natural en tiempo real», declaró el doctor Edward Chang, neurólogo de Harvard y líder del proyecto, en una conferencia de prensa. El sistema, que funciona conectando el casquete a un ordenador portátil, también puede integrarse con aplicaciones de comunicación en dispositivos móviles, lo que facilita su uso diario.
El desarrollo de NeuroVoice comenzó tras años de investigación con pacientes de condiciones como esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y accidentes cerebrovasculares. A diferencia de tecnologías previas, que requerían implantes invasivos o tardaban minutos en generar respuestas, esta interfaz no invasiva ofrece una solución más accesible y rápida. Los algoritmos de IA fueron entrenados con grabaciones de la voz de Ann antes de su enfermedad, permitiendo que las palabras generadas conserven un tono similar al suyo.
La noticia ha generado una oleada de emoción en las redes sociales y entre las comunidades de pacientes con discapacidades comunicativas. Posts en X reflejan el entusiasmo, con muchos usuarios describiendo el avance como «milagroso» y «transformador». Sin embargo, algunos expertos advierten que, aunque prometedor, el sistema aún está en fase experimental y requiere más pruebas para garantizar su eficacia a largo plazo y su accesibilidad para todos.
Ann, cuya identidad se mantiene en reserva, expresó su alegría a través del sistema durante una demostración: «Después de 20 años, volver a ‘hablar’ es como recuperar una parte de mí que pensé perdida para siempre». Su caso ha inspirado a los investigadores a acelerar los ensayos clínicos, con planes de probar la tecnología en otros 50 pacientes en los próximos dos años.
A pesar del optimismo, el costo de la tecnología y su disponibilidad siguen siendo desafíos. Los desarrolladores estiman que, en su versión comercial, NeuroVoice podría costar decenas de miles de dólares, lo que plantea preguntas sobre su accesibilidad para comunidades de bajos ingresos. Además, algunos críticos señalan que el enfoque en interfaces cerebrales podría desviar recursos de otras soluciones más inmediatas, como terapias de comunicación asistida.
No obstante, el avance ha sido celebrado como un paso gigante hacia la integración de la IA en la medicina, abriendo la puerta a futuras aplicaciones, como controlar prótesis o vehículos con el pensamiento. Para Ann y su familia, este momento marca el fin de un largo silencio y el comienzo de una nueva era de comunicación, demostrando el potencial transformador de la tecnología cuando se combina con la resiliencia humana.