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Robert Redford, una de las grandes leyendas del cine estadounidense, ha fallecido este 16 de septiembre de 2025 a los 89 años, dejando tras de sí un legado que abarca tanto su carrera como actor y director como su papel decisivo en la consolidación del cine independiente. Nacido en Santa Mónica, California, en 1936, Redford vivió una infancia marcada por la tragedia, con la pérdida temprana de su madre y de dos hermanas gemelas que murieron al nacer. Aquel dolor temprano, sumado a su rebeldía juvenil, moldeó un carácter fuerte y una mirada artística que lo llevó primero a la pintura y más tarde al teatro, hasta encontrar en el cine el espacio en el que alcanzaría la fama mundial.
Su salto a la popularidad llegó en los años sesenta y setenta, con papeles que lo convirtieron en uno de los rostros más carismáticos de Hollywood. Protagonizó títulos míticos como Dos hombres y un destino, El golpe, Los tres días del Cóndor, Todos los hombres del presidente o Tal como éramos. De galán sofisticado pasó a ser un actor de prestigio que supo equilibrar éxito comercial y credibilidad artística, encarnando personajes complejos en historias que se han convertido en parte de la memoria colectiva del cine.
En 1980 debutó como director con Ordinary People, filme con el que ganó el Oscar a la mejor dirección. A partir de entonces, alternó la interpretación con la realización, firmando películas como Quiz Show o El río de la vida, donde demostró una mirada sensible y elegante detrás de la cámara. Pero más allá de Hollywood, su contribución más trascendental al mundo del cine fue la fundación del Instituto Sundance y del Festival de Sundance, a comienzos de los años ochenta. Con esa plataforma, Redford abrió las puertas a cientos de cineastas independientes que, de otra forma, habrían quedado fuera de la maquinaria de los grandes estudios. Gracias a Sundance, directores y guionistas emergentes encontraron espacio y visibilidad, cambiando para siempre el panorama del séptimo arte.
En el plano personal, Redford también vivió momentos dolorosos. Estuvo casado con Lola Van Wagenen, con quien tuvo cuatro hijos, aunque sufrió la pérdida de un bebé por muerte súbita y, años más tarde, de su hijo James tras una larga enfermedad. En 2009 contrajo matrimonio con la artista medioambiental Sibylle Szaggars, con quien compartió sus últimos años. Su compromiso con el medio ambiente y con diversas causas sociales completó la imagen de un hombre íntegro, preocupado no solo por su arte sino también por el mundo que dejaba a las nuevas generaciones.
En 2018 anunció su retirada como actor con la película The Old Man & the Gun, aunque nunca se apartó del todo del cine ni de su faceta como mentor de jóvenes creadores. Su figura simboliza lo que significa ser una estrella de Hollywood con conciencia: un intérprete magnético, un director respetado, un promotor del cine libre y un activista convencido de que la cultura y el medio ambiente son pilares de una sociedad mejor.
La muerte de Robert Redford no supone únicamente la despedida de un icono, sino la de un hombre que supo unir éxito y compromiso, fama y autenticidad. Su legado permanece vivo en sus películas, en Sundance y en la inspiración que seguirá brindando a generaciones futuras de cineastas y espectadores.