Los Estados Unidos han autorizado la venta de 6oo misiles antiaéreos Stinger, de corto y medio alcance, a Marruecos, por un valor de 825 millones de dólares. Este envío potenciará notablemente las defensas antiaéreas del país marroquí, que se habían quedado un tanto anticuadas. Las fuentes del Pentágono dicen que con esta autorización no se desestabilizan las fuerzas de la zona, en el Norte de África. Se trata de misiles que requieren instalaciones autónomas y son armas portátiles ligeras, que han probado su eficacia en 19 países receptores. Marruecos no pertenece a la OTAN, pero Trump considera a este país aliado de los Estados Unidos y el presidente no ha puesto pega alguna a la adquisición de los 600 misiles Stinger. Esta compra no ha sentado nada bien en el Ministerio de Defensa español, aunque ya se sabe que Estados Unidos no pondrá demasiadas pegas en el rearme de Marruecos, a la vista de la animadversión que demuestra Sánchez, el presidente español, contra Donald Trump y más con su acercamiento a los regímenes comunistas de Vietnam y China. Lo cierto es que, cada vez que puede, Sánchez –que ha sido espiado por Marruecos, como es ampliamente sabido— se deshace en elogios hacia este país, seguramente por miedo a lo que se puede saber de él y de su esposa en la inteligencia marroquí. Al menos esto es lo que se dice. En círculos militares españoles no se ve con buenos ojos la compra de esos misiles por Marruecos, que sí afectarían (aunque no de manera significativa) al equilibrio militar con España. Pero Sánchez se ve incapaz de rebatirla, primero porque USA no le haría ningún caso si protestara, y por otra porque el presidente del Gobierno español parece rehén de Marruecos. Incluso en el último “cero” energético, Sánchez agradeció a Marruecos su colaboración para abastecer de energía a España, cuando aquel país no hizo absolutamente nada para reponer el suministro. En las sucesivas intervenciones, el presidente español ya no citó a Marruecos, sino a Francia y a Portugal. En fin, rearme de Marruecos, lo cual a mí, qué quieren que les diga, no me gusta nada de nada. Marruecos es un país con un rey destartalado y errático, que a veces está y otras no, cuando no se pone a recorrer los alrededores de los peñones españoles del Norte de África en su potente fueraborda, como desafiando a España. En fin, que Marruecos no es un país demasiado amigable, como ha demostrado con los jueguitos en las fronteras de las ciudades autónomas españolas de Ceuta y Melilla y con la permisividad en el asunto de las pateras de la ruta canaria.
lunes, 23 junio,2025