Supongo que alguien del Real Madrid, o sea alguien sensato, le recomendará al futbolista Kylian Mbappé que mientras esté en España no hable de política, como ha hecho ahora en Alemania, repudiando los extremos franceses o en general. Está bien que desee que Francia viva libre de extremismos, pero es mejor que cuando entre en el Real Madrid se guarde su opinión. No porque el Real Madrid participe en política, como hace el F.C. Barcelona, incluso tomando partido. Pero el Real Madrid es tan señor que prefiere que cada uno de sus miembros tenga su opinión, pero que no la manifieste, a menos de que sea una opinión estrictamente deportiva. Seguramente ya habrá recibido el recado. Mbappé es muy libre de repudiar los extremos, a mí me pasa lo mismo, pero en el fútbol los sentimientos de unos y de otros están a flor de piel y –en mi modesta opinión— no es bueno manifestarse. Los extremos existen y, como existen, si son legales, pues vale. Miren al PSOE, ahí lo tienen gobernando con extremistas vascos y catalanes y está tan pancho. Miren, por ejemplo, cómo actúa en España el fiscal general, el Tribunal Constitucional, el CIS, ¿creen ustedes que son neutrales? Mbappé es una autoridad deportiva mundial y no debe opinar de política, por puro sentido común. Aunque haya dicho cosas muy sensatas, que yo firmaría. Bueno, un desliz lo tiene cualquiera y además ha sido en Alemania, en medio de unas elecciones generales francesas. Ya se sabe que él se lleva muy bien con Emmanuel Macron, que lo achucha cada vez que lo ve y tuvo la culpa de que no viniera al Real Madrid un par de años antes. ¿Ven? Macron tampoco se tenía que haber metido en el destino de Mbappé. Así que es mucho mejor saber callar y saber lidiar al toro. Fútbol y política se llevan mal y, si no, miren al ruinoso F.C. Barcelona, que debe 1.800 millones de euros. Que se los pague Puigdemont, o Illa, o los otros fugados del “prucés”.
miércoles, diciembre 11, 2024