Los fiscales

Tienen razón los fiscales del “procés”. ¿Cómo van a aplicar una ley redactada por los que cometieron los delitos? Es de una lógica aplastante. Lo que no parece tan lógico es que en la trampa saducea de Sánchez hayan caído personas tan aparentemente serias como una parte de los miembros del Tribunal Constitucional, el fiscal general del Estado, el Gobierno en peso y todos los de la banda de Sánchez repartidos por España. ¿Hasta qué punto llega su fidelidad? ¿Hasta qué momento llegará su gratitud? ¿Qué tiene este tipo que sus fieles matan por él como Belén Esteban mataba por su hija? A mí me asquea un poco hablar todos los días de Sánchez, estoy harto de él, cuando sale en televisión cambio de canal, me resulta tremendamente repelente, no lo soporto, tampoco soporto que sea el presidente del Gobierno de mi país, no puedo con su caradura, me aterra que nos siga gobernando y arruinando. Pero, oiga, esto es la democracia, aquello que el gran Borges definió como un abuso de la estadística. Los fiscales se le han rebellado a su jefe, el mediocre García Ortiz y el martes –yo pensé que sería el lunes— los fiscales de Sala darán su veredicto. Pero no importa, el que tiene la última palabra es el fiscal general, así que la ley será aplicada, no importan las manchas que le salgan a este en la toga. Le dará igual, porque está hecho de la misma madera que Sánchez. Madera de boj, diría don Camilo. Madera de tea, diría un canario. Lo cierto es que ya se está pactando con ERC la investidura de Illa, al que se le ha puesto también cara de Sánchez, o sea de sargento chusquero, de suplente del Estudiantes o de transcriptor chimbo de tesis ajenas. Las definiciones, las tres, me valen. Todo está consumado. Illa cedió la presidencia del Parlamento Catalán para agotar a Puigdemont. Su presidencia nos costará el riñón que nos quedaba. Palabra de Dios. Los fiscales del “procés” descansarán la próxima semana, liberados.