El senador demócrata Cory Booker ha roto un récord histórico en el Senado de Estados Unidos al pronunciar un discurso de más de 25 horas ininterrumpidas contra las políticas del presidente Donald Trump. Su intervención, que comenzó el lunes a las 19:00 horas y se extendió hasta el martes por la noche, superó el récord establecido en 1957 por el segregacionista Strom Thurmond, quien intentó frenar la Ley de Derechos Civiles con un discurso de 24 horas y 18 minutos. Un discurso made in Fidel Castro para tumbar a Trump. Los pobres.
La resistencia de Booker no fue solo un acto de endurance político, sino una protesta calculada para visibilizar lo que considera una crisis nacional generada por la administración Trump. Con un tono desafiante, denunció los recortes en el gasto público, las políticas migratorias endurecidas y las injusticias que, según él, afectan a los ciudadanos estadounidenses más vulnerables. A lo largo de su intervención, el senador aceptó preguntas de sus colegas demócratas, una estrategia que le permitió realizar pausas sin perder su turno de palabra.
A pesar de la aparente heroicidad de su gesto, las críticas no han tardado en surgir. Algunos analistas se preguntan cuál es el impacto real de este tipo de estrategias políticas, ya que el discurso de Booker no estaba vinculado a ninguna votación programada. En otras palabras, su extensión fue simbólica más que efectiva. El Partido Demócrata ha elogiado la resistencia del senador, pero en un contexto en el que el filibusterismo ha sido cuestionado como herramienta de obstrucción política, algunos se preguntan si esta fue la mejor manera de utilizar su plataforma.
El discurso maratónico de Booker se une a una lista de intervenciones prolongadas en el Senado, como la de Ted Cruz en 2013 contra la reforma sanitaria de Barack Obama o la de Jeff Merkley en 2017 contra la nominación de Neil Gorsuch al Tribunal Supremo. Sin embargo, mientras que esos discursos estaban directamente relacionados con intentos de bloquear medidas específicas, la intervención de Booker se percibe como una declaración política de resistencia más que como una acción con consecuencias tangibles.
Booker, senador por Nueva Jersey desde 2013 y excandidato presidencial en las primarias demócratas de 2020, ha construido su carrera con una imagen de líder progresista, centrado en temas como la justicia racial y la despenalización de la marihuana. Su discurso, aunque extenso, ha reavivado el debate sobre la efectividad de las estrategias de resistencia en la política estadounidense actual.
