Las elecciones alemanas han dejado un panorama político convulso. El bloque conservador CDU/CSU, liderado por Friedrich Merz, ha logrado la victoria con un 28,6% de los votos, según los sondeos a pie de urna. Este resultado representa un ascenso significativo respecto a los comicios de 2022, cuando obtuvo apenas un 19%. Sin embargo, el verdadero impacto de la jornada electoral no es solo la victoria conservadora, sino el crecimiento de Alternativa para Alemania (la ultraderechista AfD), que ha doblado sus apoyos hasta alcanzar el 20,4% y consolidarse como la segunda fuerza política del país. La participación, situada en torno al 83-84%, ha sido la más alta desde la reunificación.
Mientras la CDU/CSU celebra su regreso al liderazgo político, la victoria se ve empañada por la dificultad de formar Gobierno. “Hemos ganado las elecciones”, declaró Merz con confianza, pero también reconoció que la gobernabilidad será compleja. Aunque ha descartado una alianza con la ultraderecha, las opciones de coalición son limitadas. Su discurso sobre endurecer las políticas de asilo podría generar tensiones en futuras negociaciones, especialmente con partidos como los Verdes o los liberales del FDP, que apenas alcanzaron el 4,7% y podrían quedar fuera del Bundestag.
El otro gran derrotado de la noche ha sido el Partido Socialdemócrata (SPD), encabezado por el actual canciller Olaf Scholz. La formación ha sufrido un desplome histórico, cayendo al 16,3% desde el 25,7% de las elecciones anteriores. Scholz, visiblemente afectado, reconoció la derrota y anunció que no participará en las negociaciones para formar Gobierno. “Ha sido un resultado amargo”, admitió, responsabilizándose del fracaso electoral tras una legislatura marcada por la inestabilidad.
El avance de AfD ha generado una fuerte reacción en distintos sectores. Alice Weidel, copresidenta de la formación ultraderechista, celebró el resultado como una “victoria histórica” y reiteró su disposición a colaborar con la CDU/CSU, aunque Merz lo haya rechazado públicamente. Desde la comunidad judía, figuras como Charlotte Knobloch han mostrado su preocupación por el ascenso del partido, advirtiendo que “Alemania es un país diferente a partir de hoy”.
El contexto internacional también ha reaccionado a los resultados. El recien nombrado presidente estadounidense Donald Trump calificó la jornada como “un gran día para Alemania y para Estados Unidos”, destacando el rechazo a las políticas progresistas de la coalición saliente. Mientras tanto, en el ámbito europeo, se observa con incertidumbre la posibilidad de que Alemania tome un giro más conservador en temas como inmigración y política exterior.
A pesar de la victoria conservadora, la gobernabilidad sigue en el aire. La CDU/CSU esperaba superar el 30% para facilitar las negociaciones, pero su margen es ajustado. Con la izquierda debilitada y los liberales en riesgo de quedar fuera del parlamento, el futuro político de Alemania dependerá de los pactos que Merz consiga cerrar en las próximas semanas. Si no logra una mayoría estable, el país podría verse abocado a nuevas elecciones en un corto plazo.
