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viernes, 17 octubre,2025

Los “chicos” de Los Sombras pusieron a la gente en pie en el Real Casino de Tenerife. El magnífico grupo de los sesenta se refundó por una noche para revivir las mejores canciones de la década prodigiosa. Milagrosamente viven todos, pero dos de ellos no pudieron asistir al reencuentro. Fue una noche mágica para la historia de la música en Tenerife.- La ocurrencia de los herreños de AHI: se fueron a Waterloo para hablar con Puigdemont del Mar de las Calmas. ¿Pero es que se han vuelto majaretas? Y el delincuente Puigdemont, como si fuera un ayatolá, les prometió ayuda. Canarias necesita un siquiatra.

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os viejos/nuevos Sombras. Casi nada este grupo mítico.

Los Sombras, el mítico grupo que nos hizo vibrar en los sesenta con las mejores canciones del mundo pop y rock de todos los tiempos, resucitó ayer en el Real Casino de Tenerife, en un salón abarrotado y los recuerdos a flor de piel. Nadie ha olvidado a Los Sombras y a su entorno: Mansito, José Víctor Afonso, Foronda, Carlos Guigou, Manolo Santana, Pepe Rancel, Chiqui Núñez, el manager Jesús Beltrán, Tato Guigou, metido en todos los saraos y uno de los artífices del reencuentro, y el más joven de todos: el gran Paco Urbano.

Momento de la actuación de la banda, ayer, en el Real Casino.

Todos comieron juntos en el Casino, cincuenta años después de su última actuación en el Parque de San Francisco portuense. Sonaron las melodías que dieron forma a un mundo que indudablemente fue mejor, con sus tensiones, sus guerras frías y calientes y el tesoro más preciado –la juventud—, que estaba en el alma de todos ellos y de dos de los antiguos miembros del grupo que no pudieron estar presentes: Teddy Bautista, por un problema familiar; y César, que vive en Venezuela y la situación política de aquel país no aconsejaba que se moviera.

El público no se perdió detalle.

Supongo que anoche acabarían derrengados, después de tanto ajetreo y con tantos años encima. Pues en torno a los ochenta casi todos. Tato Guigou empezó a estudiar derecho conmigo; Paco Urbano hizo el cuartel conmigo; Manolo Santana ha sido un gran abogado en su vida posterior a la música, también compañero de mis inicios en la universidad; Paco Urbano fue batería de los Pop Tops, el mejor grupo de España, con aquella canción inolvidable, que todavía suena: Mammy blue. Y Óscar. Los Sombras no se pueden olvidar y allí estaban no sólo los maduritos de la ciudad, que son legión porque hoy la gente dura muchos años, sino un montón de jóvenes, muchos hijos y nietos de los protagonistas y un público entregado. Tenían en su repertorio docenas y docenas de canciones ajenas, no sé si muchas propias. Los Sombras y Palmera fueron los dos grupos musicales estrella del panorama canario y no triunfaron fuera de Canarias porque ni siquiera lo intentaron: lo suyo era otro rollo y casi todos ellos se convirtieron en profesionales, acabaron sus carreras, formaron sus familias y se dedicaron a vivir como personas normales, no como músicos itinerantes. Pero qué buenos eran. Contaba Mansito que Manolo Santana fue a comer a un restaurante hace poco tiempo y, tantos años después, no quisieron cobrarle. “Usted no paga aquí”, le dijo el dueño, “porque yo conocí a mi mujer y pude formar mi familia gracias a ustedes, cuando los dos por separado fuimos a verlos actuar en el Club A Go Go de La Laguna”. El chef no era otro que el gran Carlos Gamonal.

Manolo Santana todavía tiene pulmones para cantar. Y bien.

Cincuenta años después, el Real Casino de Tenerife brilló con Los Sombras y con todo el glamour de los sesenta, la década prodigiosa, la década en la que se reinventó la música gracias a gentes como ellos. Un gran acontecimiento. Publicamos para nuestros lectores un video que se ha dado a conocer a través de Instagram de este reencuentro que a todos nos alegra.

Vídeo extraído de la cuenta de Facebook de "I Love The World"

Especialmente a los viejos como yo. Y voy con otra cosa sorprendente. Miren, una vez, en tiempos del gran alcalde lagunero Pedro González, aquella corporación en la que proliferaban los gaznápiros en chanclas tomó el acuerdo de mandar un telegrama a Breznev, felicitándolo por el aniversario de la revolución bolchevique. Pedro, que se vacilaba de todos ellos, le dio trámite. Dicen que, al recibirlo, Breznev lloró, abriendo de agradecimiento sus pobladas cejas. Una mentecatada como otra cualquiera, porque imaginen ustedes lo que le importaba a Breznev el Ayuntamiento de La Laguna: aquellos tipos con sandalias, estrafalarios, que poblaban los escaños. Yo creo que el telegrama ni siquiera se envió porque ¿a dónde lo iba a mandar Eliseo Izquierdo, que era el jefe de Telégrafos de La Laguna, al Kremlin? Bueno, pues ahora un senador herreño de AHI, que se llama Javier Armas, se ha ido ¡a Waterloo! (a ver quién paga eso) para pedirle a un prófugo de la justicia, a un delincuente catalán llamado Puigdemont, que le apoye ante Madrid o ante Europa no sé qué iniciativa sobre el Mar de las Calmas, para que lo declaren no sé si parque natural, patrimonio de la Humanidad o semillero de orejas de burro. ¿Pero es que se han vuelto locos estos herreños?

Los herreños, en Waterloo. Menuda panda de magos.

Y lo peor de todo es que Puchi los recibió, se fotografiaron con él y les prometió ayuda, porque ahora Puchi es como un ayatolá, que como manda sobre Sánchez y demás, pues puede recibir a los asamblearios herreños, igual que Breznev lloró cuando Eliseo supuestamente tramitó el telegrama de los ediles de La Laguna. Menuda partida de magos cogió ese avión para ir a ver al prófugo. No tienen vergüenza y para mí que el aislamiento secular los ha vuelto majaretas. Yo me fui a tiempo. No sé si le llevaron a Puchi un tambor, porque los herreños se pasan el día tocando el tambor y bailando a su son. Hicieron un tambor hasta con los restos del avión americano que se cayó en El Mocanal, en los setenta, que yo lo vi con mis propios ojos (el tambor, digo). Y con la chapa que se dejaron atrás los que vinieron a llevárselo todo, construyeron un gallinero. Eran como mi padre, que cada vez que agarraba un rollo de tela metálica montaba un chiringuito y metía gallinas dentro. Ahora los herreños se van a Waterloo a hablar con Puigdemont sobre el Mar de las Calmas. ¡Bravo! Son unos genios los tíos. Pero yo creo que lo que necesita Canarias no es un parque natural, ni un jardín de orejas de burro sino un siquiatra del Hospital Monte Sinaí.

Andrés Chaves
Andrés Chaves
Periodista por la EOP de la Universidad de La Laguna, licenciado y doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, ex presidente de la Asociación de la Prensa de Santa Cruz de Tenerife, ex vicepresidente de la FAPE, fundador de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de La Laguna y su primer profesor y profesor honorífico de la Complutense. Es miembro del Instituto de Estudios Canarios y de la National Geographic Society.

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