García Ortiz se inspiró en el famoso disco de Sabina en su declaración ante el magistrado instructor del Tribunal Supremo. “Lo niego todo”, dijo el único fiscal general investigado en la historia de la democracia. Este hombre tiene la cara más dura que Sánchez y tiró de ironía para desmarcarse de lo que se le acusa: nada menos que de filtrar información para intentar perjudicar a un presunto defraudador fiscal que, da la casualidad, es el novio de Isabel Díaz Ayuso, la enemiga de la mano que le da de comer al fiscal general sumiso con el Gobierno: un tal Sánchez. El fiscal lo negó todo, desdijo a la fiscal de Madrid y arremetió contra el juez y contra un ciudadano, el propio novio de Ayuso. La Fiscalía General, colonizada por Sánchez, tiene a una cabeza –García Ortiz—de la que el país está harto. Pero estos tipos son incombustibles no se dan por vencidos. Lo niegan todo, son capaces de negar hasta las evidencias más claras, les da igual mentir que no mentir y no sólo se niegan a dimitir sino que son incapaces de comprender que constituyen la vergüenza de la Administración de Justicia. En fin, da igual, ya saben los jueces lo que tienen que hacer, o esto espero. Pero los españoles estamos vendidos –menos los de la cuerda del amado líder— ante arbitrariedades de quienes ocupan las instituciones. Ahí tienen a García Ortiz, a Conde Pumpido, a Bolaños, que es ministro de Justicia. Un españolito de a pie, como yo, no sabría a quién acudir, no sabe qué justicia pedir, no sabe si va a ser perseguido, un suponer, por la Agencia Tributaria, porque ese españolito no le gusta al PSOE o a la ministra de Hacienda. No es nuevo, Montoro, que es del PP, igual de sinvergüenza que todos estos, les enviaba los inspectores de Hacienda a los periodistas molestos. O sea, que no es que el PSOE sea perverso en exclusiva, es que todos lo son, naturalmente con algunas excepciones. Incluso en el sector episcopaliano del PP, hay un tío –González Pons— que pretende ordenar obispas como arietes para detener la eterna ira del hombre del pelo naranja, Donald Trump. Al margen de que yo creo que el mundo se ha vuelto loco, Sánchez, el incombustible, ha conseguido hasta que el PP le dé el amán al PNV para apropiarse del palacete de París, inscrito a su nombre antes de recibir la propiedad. Dios qué tragedia, qué tíos, qué barbaridad. Qué poca vergüenza.
domingo, 18 mayo,2025