Las acciones del C.D. Tenerife, que ahora se cotizan entre 60 y 100 euros, podrían bajar a cero euros si el equipo, como parece probable, baja a la categoría inferior, llamada ahora Primera RFEF.
Los grandes accionistas sufrirían pérdidas millonarias con el descenso de categoría. El Tenerife sólo ha conseguido 11 puntos en 17 partidos y es colista de la Segunda División y, viendo su juego, tiene escasas posibilidades de remontar.
Sin embargo, el club ha tomado decisiones tan disparatadas como la de renovar al entrenador, Pepe Mel, a pesar de la mala racha y del mal juego y la poca entrega del equipo, que no levanta cabeza. En caso de despido, que parece probable, Mel se llevaría muchos euros, pudiéndose esto evitar. Mala política eso de renovar a lo loco.
Serán los grandes accionistas quienes pierdan una millonada, ya que han estado comprando paquetes de acciones entre 60 y 100 euros cada una y su valor, en caso de descenso, será prácticamente de cero. Hay accionistas que han desembolsado hasta diez millones de euros, como es el caso del mayor de ellos, José Miguel Garrido.
En este momento los accionistas sindicados –el propio Garrido, Amid Achí y Conrado Bacallado— poseen la mayoría de los títulos, pero paquetes muy importantes están en manos de Juan Pelayo Duque y de Rayco García Cabrera. Otros pequeños accionistas, más por patriotismo que por otra cosa, no han querido desprenderse de sus participaciones. Y otros, como Ambrosio Jiménez, las han vendido, en este caso a Juan Pelayo.
Cuando creó la SAD, el fallecido presidente Javier Pérez siempre quiso que el club no fuera de unos pocos, sino de todo el pueblo de Tenerife. Lo consiguió al principio, pero lógicamente esto no depende de las personas sino de la normativa. Y la ley de sociedades anónimas deportivas permite la concentración de títulos en manos de unas pocas personas. Es inevitable. Es la ley de la oferta y la demanda, en un mercado accionarial que es libre.
Nos consta que existe gran preocupación entre los grandes accionistas por la devaluación del Tenerife como SAD. Lamentable o afortunadamente, la supervivencia de éstas tiene relación directa con los resultados deportivos alcanzados por los equipos y éstos están siendo un desastre en el caso del C.D. Tenerife.
La política de fichajes ha sido un desastre, hay puestos que están muy mal cubiertos y los ánimos están por los suelos, como lo demuestra el desmoronamiento del equipo en los últimos partidos. El domingo, ante el Córdoba (3-0), el Tenerife se limitó a resistir hasta el final y en los últimos minutos le meten tres goles. Sin ninguna capacidad ni tiempo para reaccionar.
Los aficionados ya se están dirigiendo al palco, en protesta por la actuación del equipo, pero no parece probable que los directivos puedan variar esta tendencia, a no ser que se rasquen el bolsillo y realicen fichajes en el mercado de invierno. Al parecer hay algunas propuestas. Pero los dirigentes no quieren poner dinero de su bolsillo para mantener al club y es lógico. En este momento, la situación económica no es buena, sin ser un desastre.
También es lógico que los mayores accionistas teman –y lamenten- perder su inversión, en caso de descenso. Pero un club de Primera RFEF no vale absolutamente nada. Vale lo mismo que un equipo regional. Y, sobre todo, que ascender de esa categoría a la Segunda División es muy difícil. Hay que tener un buen equipo para conseguirlo. Y el Tenerife está muy lejos de serlo.
