Que el PP tiene pocas ideas –y malas– lo demuestra el hecho de que Feijóo, superado por la situación, pida barcos de la Armada para frenar la inmigración. ¿Cómo, obligando a las pateras a dar la vuelta, con cientos de personas muertas de hambre y de frío dentro de ellas y quizá con cadáveres a bordo, mujeres embarazadas y menores?
Margarita Robles, ministra de Defensa, una de las personas conscientes de este desastroso Gobierno socialista, se ha negado en redondo y ha dicho que “la Armada no está para eso”. Y tiene toda la razón del mundo.
La política migratoria de Pedro Sánchez es un desastre, pero es que la de Europa es peor. No hay país que la haya podido resolver con medidas adecuadas y acertadas. Y el dinero que Europa manda a África lo roban sin control los dirigentes africanos en el poder, al que llegan casi siempre por la fuerza o con elecciones amañadas.
Fue la herencia que dejaron en África los países ricos, incluido el nuestro. El pequeño ejemplo de nuestra Guinea Ecuatorial consistió en dejar como presidente a Macías Nguema, el conserje más radical que encontraron, que se reviró contra España, harto de tanto cogotazo que le daban los funcionarios españoles en aquel país. Luego le sustituyó su pariente Obiang, que además de burro resultó ser un asesino y que se ha enriquecido hasta la exageración con el dinero que aportan los rusos y los chinos, a cambio de un petróleo que es de todos los guineanos.
De vez en cuando, Obiang asalta la caja del Banco Nacional y lo deja desplumado, mientras sus hijos recorren Europa tirando una verdadera fortuna que no es suya. De cualquier manera, lo de Guinea es un ejemplo menor, porque que yo sepa no recibe fondos europeos para detener la emigración: no existe emigración procedente de Guinea Ecuatorial, sólo unos cuantos exiliados políticos que viven en Madrid.
África es un nido de corrupción, pero ni España puede aguantar la presión migratoria por más tiempo, ni los servicios de nuestro país están diseñados para soportar el flujo de inmigrantes, ni Europa, más interesada en temas políticos y en llenar los bolsillos de dinero a eurodiputados y funcionarios, parece muy interesada en diseñar una auténtica política migratoria que pare la avalancha. Que miren para Canarias, con más de 36.000 ilegales en las calles, sin oficio ni beneficio, recibiendo teléfonos móviles, dinero, alojamiento y comida de nuestro Gobierno autónomo, desbordado por la situación. No hay derecho.
Pero el PP tiene que estudiar más. ¿Mandar a la Armada a interceptar las pateras? ¿A quién se le ocurre eso? Podría originarse una masacre mayor de la que ahora soporta la pobre gente que escoge la entelequia de Europa como la tierra de promisión. En este mundo ya no hay tierra prometida, eso se terminó en la misma Biblia. Miren lo que ocurre en los Estados Unidos, en donde la avalancha de latinoamericanos ilegales está poniendo en peligro la sanidad, el índice de paro y algunos parámetros económicos.
¿Qué hacer? Lo mismo: es preciso crear una política de ayudas a los países emisores, pobres de solemnidad, para que esto no ocurra, con especial cuidado en que los gobernantes sin escrúpulos no roben esas ayudas y sí se apliquen a los criterios finalistas para lo que han sido creadas.
Luego el problema es grave, sin aparente mejora y con una difícil solución. Pero de ninguna manera se puede ser tan simple como el PP: mandar la Armada. A quién se le ocurre. Menos mal que en Defensa hay una persona con dos dedos de frente, Margarita Robles, que al menos no se deja embaucar por los cantos de sirena del PP y de Sánchez, todos desastrosos para España.