La tía Begoña y el escribidor

Pedro Sánchez ha descubierto el género epistolar y a cada poco escribe una carta para intentar escapar. Yo soy de los que creo que este chico ha perdido el tino hace tiempo y que su narcisismo lo va a llevar a la ruina política y su ansia de poder lo va a destruir del todo. Esto parece una reedición de la obra de Vargas Llosa, pero con el título cambiado: en vez de “La tía Julia y el escribidor”, “La tía Begoña y el escribidor”. ¿Pero tanta falta de perras tenía Begoña, la hija del tipo de las saunas, para armar tan tremendo lío? ¿Y qué necesidad tiene Sánchez de tanta carta justificativa para salir del embrollo? En un estado de derecho, él debería saberlo, el que la hace la paga, menos los delincuentes catalanes de la amnistía. Cuando uno se mete a político hay que dejar aparte al marido o a la mujer, en su caso. Porque ya decían los romanos, que lo sabían todo, que la mujer del César no sólo tiene que ser honrada sino parecerlo. Y cuando a un tío de aldea se le baja la mandíbula, y más si es político, empieza a parecerse físicamente a los nobles de los retratos, por ejemplo a cualquier duque de Alburquerque (menos al actual, que será más moderno, digo yo), un viejo título creado por Enrique IV de Castilla. Yo me remito a las fotos y pido perdón por la comparancia, pero a Pedro Sánchez la mandíbula se le está cayendo; será de tanto escribir cartas. Aunque él de noble tenga poco y parezca más bien basturrio, como de pueblo, de chupa de cuero falsa. Me da que, a pesar de tanta carta de amor, la tía Begoña está cogida, como lo estaría Sánchez en un país normal, tras su osadía de copiar, ad pedem litterae, una tesis doctoral, nada menos. Por copiar una línea sin citar al autor tuvo que dimitir un ministro alemán de la Merkel. Sánchez copia, con dos huevos, en el Rincón del Vago de la Internet y no pasa nada. Yo tengo una teoría que de vez en cuando comparto con amigos: Sánchez, como siga arriesgando, se las va a tener que ver con la justicia, que en España es lenta y tediosa y garantista, pero implacable. Está rozando la línea con su Ley de Amnistía, que es la vergüenza del derecho europeo y que va a dar un vuelco. Seguro.