El Gobierno de Canarias ha puesto nombre y apellidos, un año más, a quienes considera guardianes ejemplares de su memoria colectiva. La Consejería de Universidades, Ciencia e Innovación y Cultura ha concedido los distintivos “Protector del patrimonio cultural de Canarias” de 2025 a cuatro figuras que abarcan casi todo el mapa del patrimonio insular: el historiador del arte Juan Sebastián López García, la arqueóloga y bioantropóloga Matilde Arnay de la Rosa, el silbador gomero Isidro Ortiz Mendoza y la historiadora del arte Ana Ávila Padrón.
No se trata de un premio económico, sino de un reconocimiento honorífico previsto en la Ley de Patrimonio Cultural de Canarias para distinguir a personas que han dedicado su trayectoria a investigar, conservar y difundir el legado material e inmaterial del Archipiélago.
El distintivo “Protector del patrimonio cultural de Canarias” anima a las instituciones a usarlo como herramienta de fomento: poner en valor a quienes restauran, investigan, documentan o transmiten el patrimonio, desde una iglesia o un yacimiento hasta tradiciones orales o saberes artesanos.
Para esta edición, una comisión de valoración específica analizó candidaturas siguiendo criterios de igualdad de género, prestigio, trayectoria y representatividad territorial, y eligió a estas cuatro personas:
Juan Sebastián López García
Historiador del arte nacido en Gáldar (Gran Canaria), Juan Sebastián López García ha sido profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y uno de los especialistas clave en patrimonio histórico-artístico de las islas: arquitectura tradicional, centros históricos, bienes de interés cultural o paisajes culturales.
Ha desempeñado tareas de gestión patrimonial en distintas administraciones y ha participado en numerosos estudios e informes sobre conservación de cascos históricos y monumentos, lo que explica que el Gobierno subraye tanto su faceta investigadora como su papel en la gestión y su proyección internacional.
Matilde Arnay de la Rosa: la prehistoria canaria bajo el microscopio
Matilde Arnay de la Rosa es profesora de Prehistoria en la Universidad de La Laguna y una de las referencias científicas en arqueología y bioantropología de Canarias. Sus trabajos abarcan desde los yacimientos de alta montaña del Teide hasta el estudio de restos óseos aborígenes, aportando información clave sobre la dieta, la salud y las formas de vida de las poblaciones prehispánicas.
El distintivo reconoce no solo su producción científica, sino también su implicación en la divulgación y en la defensa de los yacimientos ante procesos urbanísticos o impactos ambientales, en línea con la idea de que el patrimonio arqueológico no es solo objeto de estudio, sino recurso social que debe compartirse y protegerse.
Isidro Ortiz Mendoza: la voz del silbo gomero
Probablemente el nombre más popular de la lista es el de Isidro Ortiz Mendoza, nacido en Chipude (Vallehermoso, La Gomera) en 1930. Músico, artesano y maestro del silbo gomero, lleva décadas enseñando este lenguaje silbado en colegios y actos públicos, y es uno de los grandes responsables de que la práctica sobreviviera y se revitalizara en las últimas décadas.
Ortiz fue Premio Canarias en 2009 y Medalla de Plata a la Excelencia Turística en 1999, y formó parte de las iniciativas que llevaron al silbo gomero a ser declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2009. El Gobierno destaca en él la salvaguarda de un patrimonio inmaterial que va más allá del propio silbo: la música tradicional, la artesanía y una forma de entender el paisaje gomero como espacio vivo de comunicación.
Ana Ávila Padrón: arte, museos y la mirada sobre El Hierro
Ana Ávila Padrón, doctora en Historia del Arte y profesora en la Universidad Autónoma de Madrid, ha desarrollado buena parte de su trabajo en torno al patrimonio artístico y museográfico y, en particular, al estudio de la isla de El Hierro: arte sacro, arquitectura, fotografía histórica o la relación entre lo humano y lo sagrado en ese territorio.
Su reconocimiento como “Protectora del patrimonio cultural” pone el foco en las islas no capitalinas y en la importancia de la investigación académica para sacar a la luz y contextualizar colecciones, archivos y paisajes que, sin ese trabajo, pasarían desapercibidos para el gran público.
¿Para qué sirven estas distinciones?
Más allá del protocolo, el distintivo “Protector del patrimonio cultural de Canarias” cumple varias funciones. Por un lado, visibiliza trayectorias que a menudo se desarrollan en segundo plano: profesores, investigadores, artesanos o activistas culturales cuyo trabajo no siempre ocupa titulares, pero que sostiene la base del relato histórico y simbólico de las islas.
Por otro, refuerza un mensaje político y social: el patrimonio no es solo un recurso turístico, sino un derecho y un deber compartido, tal y como recoge el propio Estatuto de Autonomía al atribuir a los poderes públicos su protección y a la ciudadanía la obligación de respetarlo y preservarlo.
En un archipiélago donde conviven centros históricos en riesgo de gentrificación, yacimientos arqueológicos presionados por el desarrollo, lenguajes únicos como el silbo gomero y una riqueza artística y etnográfica muy diversa, reconocer a quienes investigan, enseñan y transmiten ese legado es también una forma de marcar prioridades: la modernidad de Canarias pasa, en buena medida, por saber cuidar de su pasado.





