Me escribe Sergio Canino, a quien yo quiero hacer corresponsal de El Burgado.com en el sur de la isla, una zona que domina. Me dice que la mendicidad ya es preocupante y me envía una foto significativa, en pleno lugar turístico de Los Cristianos. La foto está tomada en la calle Los Playeros, que es una vía muy transitada por turistas y por niños, de camino a los colegios. La mendicidad es un problema.
Este tío de la foto no se baña desde que lo bañó la partera. Otro hombre, con una terrible elefantiasis en las piernas, se exhibe en el paseo de San Telmo portuense, causando la repulsa de los transeúntes, por la explotación miserable de su enfermedad. Me hace recordar a los mendigos lisiados que se ven tirados en el suelo en la Vía de la Conciliazione, en Roma, la calle que desemboca en la Plaza de San Pedro. Un triste espectáculo. Pues en Los Cristianos y en el Puerto está pasando lo mismo. Yo sé que es un hecho común en las grandes y pequeñas ciudades, sobre todo donde hay más recursos, pero alguna solución tiene que haber para que las enfermedades no sean las que reclamen la atención del público, con fines lucrativos. Funcionan mafias al respecto. Esas personas deberían estar ingresadas en hospitales, curándose, no exhibiéndose en las calles. Y luego está el típico jediondo, que lo que hace es no darse una ducha sino comportarse como un paria, porque interpreta que cuanto más cochino se exhiba, más dinero le dan. Estos son los que enferman, pero de no ver el agua ni en pintura. Yo les enviaría a los servicios sociales para que le pidieran amablemente que se ducharan en algún albergue, les facilitaría ropa y hasta un móvil para que llamaran a sus familiares y lo vinieran a buscar. Pero, claro, me pondrán de chupa de dómine si lo digo y ahí seguirán, exhibiendo su indigencia, muchas veces lamentable y triste y otras que se resume en sus escasas ganas de dar palo al agua.
A mí me gusta a hablar claro, ¿y a ustedes? Ahora me voy a las obras del hotel Taoro, que van a toda leche, como ya dije el otro día. Como tengo a Félix Lam alojado en el nuevo y bonito Atlantic Hills, pues ayer visité las obras del Gran Hotel y es muy posible que para febrero estén terminadas. Están trabajando en una habitación piloto, para que los tour-operadores y futuros clientes puedan ver cómo serán en realidad, cuando el hotel de 199 habitaciones y suites esté terminado. El Puerto de la Cruz dará un salto de calidad con este establecimiento, que será el segundo de cinco estrellas abierto en la ciudad. Porque el Semiramis, que las tenía, las bajó a cuatro y con cinco estrellas sólo está ahora el Botánico de Kiessling, el propietario de hierro. Creo que una nieta suya, muy lista, va a ser la jefa del imperio, o eso me cuentan. Un vástago de su hija Isabel. Bueno, sangre nueva. El patriarca está ya en su recta final como empresario y con la misma mala leche.
Y voy ahora al aeropuerto de Los Rodeos. Ayer, ni una plaza libre en el aparcamiento. Me costó Dios y ayuda dejar el coche para recoger al matrimonio Lam, que venía de Nueva York. Mucho ambiente en el aeropuerto. Fíjense si hacía años que no iba al aeropuerto que no conocía los gorritos nuevos de la Guardia Civil. Se parecen a los de la policía de fronteras de Portugal, me gustan, son cómodos para los guardias civiles. A ver si me hago con uno. Porque yo tricornio sí tengo, que me regaló en su día el capitán Calderón, ya jubilado de la Benemérita.
