La Facultad de Medicina de la Universidad de La Laguna (ULL) está abocada al cierre, según opinión de alumnos y sindicatos, que han convocado un paro reivindicativo para el próximo 22 de octubre.
El Burgado.com, en una de sus primeras ediciones, en junio pasado, denunció estos hechos y lo que estaba ocurriendo en la Facultad de Medicina de la ULL. La Comisión Mixta Gobierno de Canarias-Universidad tardó dos años en reunirse y acordó crear 100 plazas de personal docente y de investigación, el mismo mes de junio pasado. Sólo lograron 47 plazas, que aún no han sido convocadas, o al menos no han sido adjudicadas.
Esta situación se hace insostenible. No hay catedráticos –quedan uno o dos, sin jubilarse, ninguno en asignaturas clínicas— y mientras en la Universidad en Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) los catedráticos jubilados permanecen en la docencia, mediante acuerdos entre el centro y los profesionales, aquí en Tenerife la Consejería de Sanidad desmantela el Hospital Universitario y le resta cada vez más competencias para entregárselas a otros centros.
En el Juan Negrín ya se realizan, con éxito, trasplantes de corazón, de pulmón y de riñón y en Tenerife el Hospital Universitario ha sido desposeído de servicios que funcionaban perfectamente, cuyos profesionales han huido a otros centros, donde cobran más y cuentan con mejores medios para desarrollar su trabajo. Como declaró ayer un catedrático jubilado, que quiso que se respetara su anonimato, a El Burgado.com: “Desmantelando el Hospital Universitario se han cargado la Facultad de Medicina”.
Otras fuentes insisten en la pasividad del Consejo Social de la ULL y en los privilegios que las autoridades sanitarias del Gobierno autónomo están concediendo al Hospital Universitario de La Candelaria y al Hospital Universitario Doctor Negrín de La Palmas, en detrimento del Hospital Universitario de Canarias, que está herido de muerte.
La Facultad de Medicina funciona en unas condiciones precarias y sus instalaciones, que tienen más de 50 años, están cubiertas por techos de asbestos, material altamente cancerígeno. Hace tiempo que se tenía que haber construido una nueva Facultad, pero ni a la Universidad ni al Gobierno de Canarias parecen importarles nada esta situación cáotica. Esta circunstancia –la presencia de asbestos en la estructura física de la Facultad de Medicina—también fue denunciada por El Burgado.com y afecta a 900 alumnos, personal de administración y servicios y a las demás personas que allí trabajan.
Todo funciona mal en la Facultad. En los pasados años, empresa Imetisa, participada por el Cabildo de Tenerife y el Gobierno de Canarias, realizó una gran labor en la adquisición de aparatos de diagnóstico y de tratamiento utilizando la RIC generada como sociedad pública. Pues tampoco se ha seguido con esta labor. Parece como si a nadie le importara aportar soluciones para la supervivencia de la Facultad de Medicina lagunera.
Los catedráticos que se jubilan y desean quedarse no son elevados a la categoría de eméritos y se marchan a su casa en plenitud de facultades docentes. La Facultad de Medicina de la ULL se ha quedado sin profesores cualificados, hay asignaturas que no pueden ser impartidas y no se investiga apenas: no existen los investigadores, todos se han marchado.
Este panorama absurdo, impropio de una universidad bien gestionada, hace que la Facultad de Medicina de la ULL esté al borde del cierre, ante la absoluta indiferencia de las autoridades académicas y de la sociedad tinerfeña. Los sindicatos, sin embargo, parecen haber despertado y han convocado un paro para el día 22 de octubre que al menos llame la atención ante la opinión pública de lo que está ocurriendo.
La crisis de nuestra Facultad de Medicina coincide con la crisis sanitaria de Tenerife: hospitales del norte y del sur que no son hospitales sino centros sanitarios (han engañado a la gente durante años), un hospital de referencia –el Universitario de Canarias– desmantelado por mala gestión de sus rectores, unas urgencias colapsados, falta de médicos especialistas, especialidades docentes sin convocar, un auténtico desastre. ¿Quién lo paga?: el de siempre, el usuario, el paciente, el que se pasa treinta horas sentado en una silla incómoda, esperando a que lo atiendan en urgencias. Lo de la calificación de tercermundista para la sanidad pública en Tenerife es un piropo. En Gran Canaria, todo lo contrario. ¿Dónde está el Gobierno, qué dice el Rectorado de La Laguna? Siguen mudos.