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jueves, 16 octubre,2025

Igualito que Sánchez: el presidente de Austria no va a Brasil, a la cumbre del clima, porque el viaje sale caro y porque el avión contamina.- Garzón quiere que el Estado lo indemnice y la Fiscalía le da la razón. Ay, mi madre.- José María Ángel, el socialista que presuntamente falsificó su título para ascender en su carrera funcionarial, se intenta suicidar.- Hace un calor del carajo.

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El mundo se ha vuelto loco, pero todavía queda gente cuerda. El presidente de Austria, Alexander Van der Bellen, que había sido invitado a la cumbre mundial sobre el clima, que se celebrará en la ciudad brasileña de Belem, ha declinado amablemente su asistencia. El señor Van der Bellen es un reconocido ecologista, pero de los sensatos. Y en su carta a los organizadores ha aludido a dos poderosas razones para no viajar a Brasil. La primera es que el trayecto sale muy caro, porque hay que cruzar el charco y mover a mucha gente y él no tiene presupuesto en la Presidencia para esas zarandajas (el calificativo es mío). Y el segundo motivo, que el avión que utilizaría contamina mucho el medio ambiente y parece una incongruencia asistir a la conferencia del clima contaminando. Todo de una lógica aplastante, por lo que, desde hoy, el señor Van der Bellen tiene toda mi consideración y respeto, como se decía en los saludas oficiales del franquismo cuando uno se dirigía a  la autoridad. Igualito que Sánchez, que coge un helicóptero para llevar a Begoña y a su séquito (y a él mismo) a una finca de Patrimonio Nacional de Toledo y que tiene las ruedas del Falcon gastadas de tanto aterrizaje por esos mundos. Que tome ejemplo el Galgo de Paiporta. Y eso.

La Fiscalía apoya a Garzón y pide que se le rehabilite y se le indemnice. Ay mi madre.

Lo siguiente que les quería contar es que la Fiscalía española, tan suya, pide que se rehabilite al juez Baltasar Garzón, el amigo de los Kirchner, sobre todo de ella, y ahora, en el ejercicio de la abogacía, el defensor de individuos ricos de tendencia política diversa, porque el exjuez no distingue mucho en esos pleitos en cuanto a ideología, lo cual me parece lógico. Lo pide la Fiscalía, siguiendo la tesis del propio Garzón, en base a que su juicio, en el Tribunal Supremo, en el que se le condenó a 11 años de inhabilitación como juez, por prevaricador, no fue justo, según él, claro. Toma, coño. Lo dicen la Fiscalía y Garzón y una resolución del Comité de Derechos Humanos de la ONU, un organismo famoso porque nadie le hace puto caso, al que recurrió el exjuez buscando su amparo. La mujer de Garzón, Dolores Delgado, es fiscal de Sala de Memoria Democrática y, oh casualidad, de Derechos Humanos del Tribunal Supremo, otro nombramiento que ha sido cuestionado y muy cuestionado, pero allí sigue ella. La señora Dolores fue ministra, fiscal general y todo eso. Bueno, pues otro frente para derivar la atención en septiembre. De un tiempo para acá, a Garzón se le considera de izquierdas y fue el primer juez estrella español que luego resultó estrellado. Naturalmente que parece poco probable que, a estas alturas, el Tribunal Supremo haga caso a la Fiscalía y al Comité de Derechos Humanos de la ONU, cuya resolución data de 2021. Ah, la Fiscalía pide también que se le indemnice con unas perritas –bastantes— al exjuez, que ahora dirige un despacho de abogados de esos que ganan mucho dinero y que le pagan, por tanto, mucha pasta a Hacienda. Ya Garzón no reingresaría en la carrera judicial, primero porque no creo que le interese y segundo porque va a cumplir 70 años.  Aunque quién sabe las vueltas de la vida. En medio de la calufa, que hace un calor del carajo, ayer me fui a comer a Los Limoneros y menos mal que encontré un hueco bajo el tinglado que tiene allí Mariano para sus coches y puse el mío a la sombra, porque agüita. Casi cuarenta grados en el aparcamiento. Luego llegué al Puerto, fui a buscar mis gafas Ray-Ban que mandé a graduar y la óptica tenía el aparato averiado. A esperar al lunes. Me compré un helado y me entraron las habituales cagaleras por comer helado gigante, maldita sea la hora. Y llamé a Antonio Alarcó porque me había pelado por la mañana, me miré al espejo y me vi unas orejas enormes. Le dije que iba a ir a urgencias del HUC a que me viera el médico ucraniano que trabaja allí, que se llama Andrei (es tocayo) y que creo que es un crack el tío. Fíjense que hasta Tati, la doctora que lleva tropecientos años en urgencias, y que es muy buena especialista, y a la que le quedan seis meses para jubilarse, me había dicho, a mediodía, en Los Limoneros: “Mira, si a mí me pasara algo quiero que me atienda él”. Joder, pues me alegro, después de tanta crítica a las urgencias del HUC. Parece que el doctor Dopico, director médico del HUC, está solucionando el problema de este departamento con cierta competencia. A ver si es verdad y podemos echarle un piropo al deteriorado HUC, más perdido que el barco del arroz. Bueno, pues Alarcó, que se había tomado en serio lo de las orejas, me dijo que si yo estaba loco, que cómo iba a ir a urgencias por un crecimiento de pabellones auditivos, que eso era cosa de viejos chochos y que me iban a mandar al carajo. Más tarde, una vez solucionados los problemas cagatrices de por la tarde, me fui a comprar unas gafas de sol Ray-Ban a Fund Grube, que las tienen rebajadas, ahí en San Telmo, en el Puerto de la Cruz. Creo que esa cadena es de un indio, al que le va la mar de bien con sus tiendas del elefante amarillo.

Juan-Manuel García Ramos ha terminado un libro sobre la muerte. La cosa promete.

Allí compro yo también mis champús y geles de la marca Rituals. Son buenos, pero se gastan enseguida. Y ese fue mi día. Siempre que no llego al espacio requerido cuento mi vida. Por eso a veces me salen escatologías, porque soy viejo y un viejo tiene escatológico hasta el esqueleto. Juan-Manuel García Ramos anuncia un libro sobre la muerte. No doy más detalles. Le he dicho que un buen título sería La maison dernière, la última morada. Había un tipo en Caracas que tenía una funeraria y la bautizó como La maison dernière. Café, señora. Finalmente diré que el socialista

José María Ángel, el del título chimbo, intenta suicidarse. Lo siento.

José María Ángel, que presuntamente falsificó su título para ascender como funcionario en la Diputación de Valencia, se intentó suicidar ayer. Lo impidieron los bomberos, llamados a toda prisa. Lo siento. Dicen los sociatas que el presidente del PSOE de Valencia no aguantó la persecución a que ha sido sometido por la prensa y por la derechona, pero los medios lo que han hecho es denunciar sus presuntas irregularidades. Y la derechona, igual. Si hablamos de persecución y de presión habría que aludir a la obsesión enfermiza y a la persecución diaria que ejercen los tipos y tipas del PSOE, por ejemplo, sobre Isabel Díaz Ayuso y sobre su novio. Y no se suicidan. Quien más los persigue es el Galgo de Paiporta. Esa sí que es presión. Así que presión, la de los neumáticos; lo demás, leche de machanga. Hasta mañana, si Dios quiere, que he vuelto al seno de la Iglesia entre tanto morángano de rezos en pabellones deportivos, cara a La Meca.

Andrés Chaves
Andrés Chaves
Periodista por la EOP de la Universidad de La Laguna, licenciado y doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, ex presidente de la Asociación de la Prensa de Santa Cruz de Tenerife, ex vicepresidente de la FAPE, fundador de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de La Laguna y su primer profesor y profesor honorífico de la Complutense. Es miembro del Instituto de Estudios Canarios y de la National Geographic Society.

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