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Pakistán y Afganistán se encuentran sumidos en una nueva escalada de violencia tras los intensos combates registrados la noche del sábado en la zona fronteriza, que han dejado decenas de muertos y han vuelto a tensar las ya deterioradas relaciones entre ambos países.
El Ejército paquistaní informó este domingo de la muerte de 23 de sus soldados y más de 200 combatientes talibanes afganos e insurgentes aliados durante los enfrentamientos. En contraste, las autoridades talibanas en Kabul aseguraron que 58 militares paquistaníes y nueve afganos perdieron la vida en los choques.
Islamabad sostiene que los combates comenzaron con “ataques no provocados” procedentes de Afganistán, mientras que el Gobierno talibán asegura que su ofensiva fue una “operación de represalia” tras los bombardeos paquistaníes en territorio afgano el viernes. Ambas partes han advertido que responderán a futuros ataques de la otra.
Según fuentes de seguridad de Pakistán, los enfrentamientos se redujeron en la mañana del domingo, aunque en la región de Kurram continuaban los disparos esporádicos. El Ministerio de Defensa afgano afirmó que su operación concluyó a medianoche, tras la intervención diplomática de Qatar y Arabia Saudí, países que expresaron su preocupación y mediaron para frenar la violencia.
Ante la escalada, Pakistán anunció el cierre de todos los cruces a lo largo de los 2.600 kilómetros de la disputada línea Durand, la frontera establecida por los británicos en 1893. Los pasos principales de Torkham y Chaman, así como los secundarios de Kharlachi, Angoor Adda y Ghulam Khan, permanecen clausurados desde el domingo, según confirmaron las autoridades locales.
El ministro de Asuntos Exteriores paquistaní, Ishaq Dar, subrayó en la red social X que la respuesta militar de su país “no se dirige contra la población civil afgana”. “A diferencia de las fuerzas talibanas, actuamos con extrema cautela para evitar la pérdida de vidas inocentes. Esperamos que el Gobierno talibán adopte medidas concretas contra los elementos terroristas que buscan desestabilizar las relaciones entre Pakistán y Afganistán”, afirmó.
Las relaciones entre ambos países se deterioraron tras el regreso al poder de los talibanes en Afganistán en agosto de 2021, después de la retirada de las tropas estadounidenses y la caída del gobierno republicano afgano. Desde entonces, Islamabad acusa a los talibanes de ofrecer refugio a miembros del Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP), grupo aliado de los fundamentalistas afganos y responsable de numerosos atentados en territorio paquistaní.
La reciente oleada de enfrentamientos reaviva el temor a un conflicto prolongado en una región históricamente inestable, donde la línea Durand sigue siendo tanto una frontera física como un símbolo de desconfianza mutua.