Gane el que gane

Gane el que gane en las urnas europeas, todos ganarán. Recuerdo al listísimo ministro de Franco, Pío Cabanillas Gallas, aquel que destituyó doña Carmen Polo porque el porno llegó a los cines y a la vieja no le gustaba. Antes de las primeras elecciones democráticas, dijo: “Vamos a ganar pero todavía no sabemos quiénes”. Podría ser cualquiera, pero eran los suyos. Pío era un hombre de Fraga, que más tarde volvería ser ministro con Suárez, pero más aperturista que Fraga; era chiquitito y gallego y un hijo suyo, Pío también, fue ministro jovencito de la democracia, con Aznar. No sé dónde andará ahora. Gane el que gane hoy, siempre será el ganador. Porque aquí nadie dice la verdad, nadie reconoce nada, nadie quiere asumir el papel de perdedor. Sánchez está diciendo todavía que ganó las generales cuando las perdió estrepitosamente y se tuvo que agarrar de los fondillos del culo de los comunistas y de los independentistas vascos y catalanes para formar un Gobierno abominable. Todavía anda por ahí el matrimonio, o lo que sea, de Galapagar presentándose a cosas porque hay que pagar la casa. Y así España se nos llena de mediocres y de políticos menesterosos que luego se hacen ricos, muy ricos, y muy progresistas, y son solidarios de boquilla, pero sólo de boquilla, con los pobres, pero no hacen nada por ellos. Es una España en la que hasta los youtubers quieren pisar las alfombras del Berlemont en Bruselas y hacer cola en la caja de la Unión para recoger sus sueldazos y sus dietas maravillosas. Yo también quiero ser eurodiputado, pero no he encontrado el resquicio y a esta edad provecta y con este careto me da que ya no voy a hallar por dónde meterme. Llego tarde a todo, coño.