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Diez países europeos, entre ellos Ucrania, dieron un paso adelante el pasado viernes para reforzar la seguridad del continente con la puesta en marcha de un proyecto bautizado como “muro antidrones”. La iniciativa, respaldada por la Comisión Europea, busca frenar las incursiones aéreas procedentes de Rusia y fue presentada oficialmente tras una reunión en la que participaron Estados del flanco oriental de la Unión Europea (UE).
El plan contempla el despliegue de sistemas de detección y neutralización en las fronteras comunitarias, especialmente vulnerables tras los recientes episodios de drones en Polonia y Rumanía, así como la incursión de un MiG-31 ruso en el espacio aéreo de Estonia. El encuentro coincidió con el cierre temporal de varios aeropuertos daneses y uno noruego debido al sobrevuelo de aparatos no identificados, que las autoridades relacionan con Rusia.
El comisario europeo de Defensa, el lituano Andrius Kubilius, aseguró que el muro debería construirse en un plazo de doce meses, aunque expertos en seguridad consideran ese calendario demasiado optimista.
Más que una muralla física, el proyecto se perfila como un sistema en capas, capaz de detectar y responder a amenazas mediante radares, sensores acústicos y monitores de frecuencias electrónicas. Entre las posibles medidas de neutralización se encuentran la interferencia de señales, el “hackeo” de drones enemigos o incluso su destrucción con misiles o drones de combate.
Los retos, sin embargo, son numerosos. Los especialistas advierten de las limitaciones geográficas —el sistema debería cubrir miles de kilómetros de frontera oriental— y de la posibilidad de ataques lanzados desde dentro del territorio europeo, como ya ocurrió en Dinamarca. A ello se suman las dificultades tecnológicas: drones cada vez más pequeños y rápidos, el uso de inteligencia artificial para coordinar enjambres y la necesidad de adaptar los sistemas cada pocas semanas, tal y como está demostrando la guerra en Ucrania.
El proyecto plantea, además, un enorme desafío financiero. La Comisión Europea ha propuesto un paquete de 150.000 millones de euros para reforzar la defensa comunitaria, fondos cuya distribución entre los Estados miembros podría generar tensiones. Países como Hungría y Eslovaquia, cercanos a Moscú y participantes en la reunión, podrían frenar el avance del plan.
Pese a las dudas, los expertos coinciden en que el muro representa un paso necesario. “Los drones son una amenaza que no desaparecerá tras la guerra en Ucrania”, señaló Julian Pawlak, investigador de la Universidad Bundeswehr de Hamburgo. “Es mejor comenzar a construir una defensa común cuanto antes, aunque deba adaptarse con el tiempo”.