El Gobierno de Estados Unidos ha aceptado formalmente un avión Boeing 747-8 de lujo, valorado en aproximadamente 400 millones de dólares, ofrecido por la familia real de Catar para su uso como nuevo Air Force One. La decisión ha generado controversia en el Congreso y entre expertos en seguridad nacional, quienes expresan preocupaciones sobre posibles riesgos de seguridad y conflictos éticos relacionados con la aceptación de un regalo de un gobierno extranjero.
El presidente Donald Trump ha defendido la aceptación del avión, calificándolo como un «gran gesto» por parte de Catar y señalando que su uso permitirá ahorrar costos al erario público, dado que los nuevos aviones presidenciales encargados a Boeing han enfrentado retrasos y sobrecostos. Trump también ha indicado que, al finalizar su mandato en 2029, el avión será transferido a su biblioteca presidencial.
Sin embargo, legisladores de ambos partidos han expresado inquietudes. La senadora demócrata Tammy Duckworth y el líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer, han cuestionado la legalidad de aceptar un regalo de un gobierno extranjero sin la aprobación del Congreso, como lo establece la cláusula de emolumentos de la Constitución. Algunos republicanos también han mostrado reservas sobre las implicaciones éticas y de seguridad nacional de esta decisión.
El Departamento de Defensa ha asegurado que se cumplirán todas las normas federales para adaptar el avión a las necesidades presidenciales, incluyendo sistemas de comunicación seguros y protección contra amenazas externas. No obstante, expertos advierten que la conversión del avión podría tardar varios años y requerir inversiones adicionales significativas.
La aceptación de este avión por parte de Estados Unidos marca un precedente inusual en la diplomacia y el protocolo presidencial, y continúa generando debate sobre la influencia extranjera y la transparencia en la administración gubernamental.
