¿Está Sánchez detrás de las maniobras de Puigdemont?

Todos los indicios apuntan a que Pedro Sánchez está detrás de las maniobras, e incluso que al menos conocía el “programa” de ayer jueves de Puigdemont. Y  hay muchas formas de colaborar con algo o con alguien, entre otras retirando de donde debían estar a las fuerzas de seguridad del Estado. Hay varios hechos que llevan a esta conclusión.

El primero es que sin los votos de Puigdemont en el Congreso de los Diputados, Sánchez se tiene que marchar a su casa. El segundo es que el CNI no haya rastreado los pasos de Puigdemont desde varios días antes de su entrada en España. El tercero es por qué se confió a los Mossos de Escuadra su detención y no a la Guardia Civil o a la Policía Nacional, cuando se sabe –como ha quedado demostrado ayer— que los Mossos tienen células independentistas poderosas dentro del cuerpo y que ayer no procedieron a cumplir con su deber, acatando una orden pendiente de detención, como tampoco cumplieron con su deber cuando el referéndum ilegal, la declaración unilateral de independencia y los disturbios en Barcelona.

El cuarto indicio de que Sánchez puede estar detrás de todo lo que ha hecho Puigdemont en Cataluña ayer, o que al menos lo conocía, es que el prófugo ni siquiera intentó acceder al edificio del Parlamento de Cataluña, donde un socialista, Salvador Illa, tenía los votos suficientes para convertirse en presidente y el de Puigdemont no valía para nada. Pero sí hubiera sido significativa su presencia, ya que se habría suspendido la sesión, como estaba anunciado. Y hay otro indicio contundente: Sánchez y sus ministros han desaparecido. Ni uno solo asistió al debate de investidura de Illa; se han esfumado, no existen.

En el extranjero se ha producido una actitud de burla hacia España por lo que está ocurriendo en Cataluña. Sánchez había declarado hace tiempo que traería a España a Puigdemont, para que respondiera ante la justicia. Pero ya no le interesa, porque el prófugo, con los votos de los suyos en el Congreso, le podría quitar la presidencia del Gobierno. Y ahora muchos analistas creen que Sánchez es el inspirador –o al menos el consentidor– de la nueva tocata y fuga del delincuente catalán. Le interesa ayudarle a lo que sea. Y, conociendo a Sánchez, moralmente no tiene problema en hacerlo.

Puigdemont llegó al escenario montado en el entorno del Arco de Triunfo, se pasó por el mismo arco del triunfo a los Mossos (que no hicieron ni el paripé para detenerlo), habló cuatro minutos volviendo a reivindicar la independencia de Cataluña, la famosa matraca, en plena crisis del independentismo catalán, y se mandó a mudar por la puerta de atrás, ayudado por al menos dos mossos que –dicen— han sido detenidos. ¿Por qué Sánchez no movilizó a la Guardia Civil o a la Policía Nacional? Nadie lo entiende.

Y Sánchez ha desaparecido. Todo cuidadosamente programado. Ni un solo ministro en la toma de posesión del socialista Illa. Ni un seguimiento  a Puigdemont desde que salió de Bélgica o de Francia por parte del CNI y de las fuerzas de seguridad del Estado.

Parece un pacto en toda regla entre Sánchez y el prófugo, pero sólo lo parece. Naturalmente, por escrito no han suscrito ese pacto, de eso estoy seguro. Pero los votos del prófugo en el Congreso son suficientes para que Sánchez siga en el Gobierno de España y todo el mundo conoce las artimañas y las mentiras del presidente del Gobierno. Así que ustedes no apuesten nada, porque con Sánchez todo es posible. Otra cosa es que cumpla lo que promete.