En Nueva York, en el Westside, a la altura de la calle 46, se encuentra un museo naval, cuya base principal lo constituye el Intrepid, un barco militar, un portaviones, construido entre 1941 y 1943 para la Armada USA. Se pueden recorrer todas sus instalaciones y ver películas de cuando estaba operativo, en unas tres horas. Y en su cubierta se exponen aviones que fueron fundamentales en la II Guerra Mundial. Junto al buque hay un centro comercial muy bonito, construido sobre un galpón del puerto de Nueva York, el South Sea Port. Y también al lado del barco puede verse un viejo remolcador de altura en desuso y hasta un submarino, que se puede visitar, aunque a mí me dan claustrofobia estos barcos, no puedo entrar en ellos y además tropiezo con todo. El Intrepid participó varias veces en combate durante la II Guerra Mundial y recibió impactos de torpedos y hasta un ataque kamikaze, que no pudieron con él. Se trata de una de las veinte unidades de su clase construidas en la historia y cuando se jubiló como buque de guerra, vamos a llamarlo activo, se convirtió en barco de rescate para la NASA, cuya misión era recoger restos de cohetes que caían al mar y naves espaciales que regresaban con sus dotaciones a la Tierra. Es un barco muy querido para los neoyorquinos y hay una institución que lo cuida, tutelada de alguna forma por la Navy y muy dedicada al barco. Al portaviones lo visitan cada día cientos de personas, sobre todo niños, que se llevan todo tipo de recuerdos que pueden comprarse a bordo. Sigo con cosas extraordinarias.
El despacho de Norman Foster & Partners está construyendo el mayor aeropuerto del mundo sobre una superficie de 57 kilómetros y con unas características muy distintas a cualquier instalación aeroportuaria que funcione ahora en nuestro planeta. Se encuentra cerca de Riad y lleva el nombre del rey Salman. En 2030 recibirá 120 millones de pasajeros, una cifra realmente escalofriante. Todo lo que uno pueda desear se encontrará en sus numerosos centros comerciales, que venderán desde un perfume a un Rolls-Royce. Será un complejo aeronáutico con nueve pistas de aterrizaje y despegue y fingers para cientos de aviones. Docenas de miles de empleados trabajarán en sus instalaciones. Doce de sus 57 kilómetros cuadrados estarán destinados a uso comercial y el resto a la función aeronáutica. Arabia Saudita ha comenzado un despegue turístico fabuloso y tiene cálculos hechos para que el país se convierta en uno de los de mayores receptores de turismo de todo el mundo, con calculadas y mastodónticas edificaciones, entre ellas este espectacular aeropuerto que será probablemente una de las maravillas de este siglo XXI. Cierro el Pipol de hoy con esta noticia, que ya es portada en todos los periódicos del mundo. Construido sobre el desierto, estará poblado de vegetación y se construirá como un verdadero vergel y también como una atracción turística, ya que contará con medio centenar de hoteles de ejecutivos, lujo y gran lujo. Los datos conocidos de ejecución y de costos ponen los pelos de punta. Ríanse ustedes de los actuales aeropuertos de más tráfico de los Estados Unidos: Chicago, Dallas-Fort Worth, Atlanta, etcétera. Calderilla al lado de este de Foster y compañía.
