El empresario Elon Musk ha vuelto a sacudir el panorama político estadounidense con una nueva amenaza: fundar su propio partido político, el “American Party”, tras la aprobación en el Senado del controvertido paquete legislativo impulsado por los republicanos.
La iniciativa, conocida como el “Gran y Hermoso Proyecto de Ley”, ha provocado la indignación del magnate sudafricano, quien aseguró que pondrá en marcha su nuevo partido “al día siguiente” de su aprobación definitiva. Así lo expresó en su red social X (antes Twitter), plataforma que adquirió en 2022 y donde ya había sondeado esta posibilidad entre sus seguidores semanas atrás.
No es la primera vez que Musk insinúa una incursión política. Tras romper relaciones con el expresidente Donald Trump, con quien mantenía una comunicación fluida, Musk lanzó una encuesta en su red preguntando si debería impulsar una nueva formación “centrada entre demócratas y republicanos”. Su propuesta obtuvo una notable acogida entre los usuarios de X, lo que lo llevó a reiterarla, acompañada de la frase latina “Vox populi, vox Dei” (“la voz del pueblo es la voz de Dios”).
Obstáculos legales y escepticismo entre expertos
Sin embargo, varios analistas políticos ponen en duda la viabilidad real de este proyecto. “No es una propuesta seria”, sostiene Richard Johnson, experto en política estadounidense de la Universidad Queen Mary de Londres. El sistema electoral del país impone importantes barreras a las nuevas formaciones, como la recogida de firmas en cada estado o la obtención de representación nacional, desafíos que ni siquiera la fortuna de Musk garantizaría superar.
El especialista Jérôme Viala-Gaudefroy, autor del libro Les mots de Trump, coincide en que el sistema está diseñado para filtrar proyectos improvisados. Además, subraya que Musk carece del respaldo popular suficiente, incluso entre votantes independientes. “Su figura genera rechazo tanto entre el electorado progresista como entre la base trumpista”, afirma.
Un partido difícil de posicionar
Las ideas que supuestamente impulsaría el “American Party” mezclan posiciones propias de la élite tecnológica de Silicon Valley con un discurso marcadamente antiwoke. Musk defiende la transición energética —alineada con los intereses de Tesla— y cierta flexibilidad migratoria favorable al talento extranjero, ideas poco populares entre los republicanos más radicales.
Por otro lado, sus polémicas declaraciones y gestos —algunos de ellos interpretados como referencias extremistas— lo alejan del electorado más progresista, haciendo difícil que su proyecto político pueda atraer una base sólida y transversal.
Más ruido que impacto
La amenaza de Musk podría tener más valor simbólico que práctico. El anuncio podría ser un gesto para incomodar al trumpismo y advertir sobre su capacidad de financiar campañas contrarias dentro del Partido Republicano.
Musk ya se ha consolidado como uno de los principales donantes del partido, y su apoyo económico podría ser decisivo en primarias clave.
¿Aliado involuntario del Partido Demócrata?
Algunos observadores apuntan que el enfrentamiento interno entre figuras como Musk y Trump podría beneficiar indirectamente al Partido Demócrata. Un escenario de guerra interna en el Partido Republicano, con ambos multimillonarios compitiendo por deslegitimar a los candidatos del otro, es una oportunidad que los demócratas difícilmente desaprovecharán.
Aunque aún está por verse si Musk llevará a cabo su amenaza, lo cierto es que su implicación en el juego político continúa generando titulares y tensiones en el ya polarizado tablero político estadounidense.