El C.D. Tenerife pincha en Huesca y se hunde todavía más en la tabla clasificatoria. Va el último y el equipo, aunque juega relativamente bien, no es capaz de meter un gol. Y sin goles no hay resultados positivos relevantes.

Si el Tenerife cae a Primera RFEF, de ahí no se sale fácilmente. O sea, que para un Club con tanta historia lo mejor será apretar en la segunda vuelta de la competición para poder salvarse. A la vista de la trayectoria no parece nada probable.
Pepe Mel tiene determinados mimbres para hacer un cesto, pero si los delanteros no marcan, él no puede saltar al campo a hacer los goles. Por el momento, con Edgar Badía ya hay un portero en la meta del Tete. Badía estuvo muy bien ayer, aunque debió atrapar el centro que provocó el gol del Huesca, en el primer tiempo.

Nunca había pasado el equipo por una situación así, al menos en los últimos años. Está descentrado, falto de motivación y sin la ilusión de sacar adelante la temporada, aunque sea saliendo de los puestos del descenso. No parece probable, a la vista de la falta de gol, que lo consiga si no incorpora en enero un par de delanteros que consigan perforar las metas rivales.
El Huesca no es nada del otro mundo, entrenado por un ex jugador blanquiazul, Antonio Hidalgo. Era mucha la diferencia entre los dos equipos la de anoche. El Tete no levanta cabeza y la directiva cesante lo que ha hecho es meter la pata en el Club, como si le importara poco. Hay que tener en cuenta que si el Tete cae a Primera RFEF no valdrá nada como sociedad anónima deportiva, sus acciones serán humo, la economía se irá a pique y la ruina como institución será total.

Muy malo para un equipo histórico, que llegó a jugar la Copa de la UEFA, que le quitó dos Ligas al Real Madrid, que le dio dos Ligas al F.C. Barcelona, un equipo al que entrenó Valdano y que fue, por su juego, la admiración del fútbol español, que jugó contra Maradona –cuando el astro argentino militaba en el Sevilla–, en el que jugó Fernando Redondo. Que hizo historia, en una palabra.

Un gran equipo durante la etapa de Javier Pérez, al que quitaron del cargo dos o tres empresarios despistados e interesados para poner a un presidente que resultó ser un inútil, como Víctor Pérez de Ascanio. Ahí empezó a hundirse un Club, resucitado en parte por Miguel Concepción, el presidente que lo libró de la deuda que venía arrastrando. Y que aún sigue siendo accionista importante del Tete. A Miguel no se le ha agradecido lo suficiente lo que hizo por el Tenerife, sacrificando muchas horas de trabajo. Pero aquí se acabó la historia. A ver qué ocurre en la segunda vuelta con el nuevo consejo de administración.