El Real Madrid estuvo a punto de dar un golpe de autoridad en la Liga, pero Correa, al que nadie marca nunca, empató el partido en el último minuto. Los dos equipos, Real y Atlético, se tenían miedo y sin Mbappé salió el Madrid mermado en la delantera. Pero al final un descuido defensivo, subestimando al propio Correa, permitió el empate.
¿Quién mereció ganar?: ninguno, el empate es justo y además con un arbitraje perfecto de un joven colegiado mallorquín de 30 años llamado Busquets Ferrer, que con ayuda del VAR expulsó a Llorente, por bruto.
El partido estuvo interrumpido 10 minutos porque cuatro animales tiraron al campo mecheros, botellas, bolsas de fruta y otros souvenirs. Todos alrededor de Courtois, como agradecimiento por haber sido atlético. Los salvajes deberían ser erradicados de los terrenos de juego, pero yo comprendo que es tarea difícil. Al Atlético le caerá una multa y puede que el cierre de la grada. Yo, al menos, creo que sería una decisión justa del Comité de Competición.
Los dos goles en la segunda parte. El primero de Militao, que recogió un balón de córner y lo clavó en la red de Oblak. Y el segundo de Angelito Correa, instantes antes del pitido final, que sale cinco minutos y siempre marca. Vamos a ver, si siempre marca, ¿por qué no lo marcan? La culpa fue de tres: de Militao, de Rüdiger y de Courtois, que salió un pelín tarde. Ancelotti les debería dar (a sus jugadores) un curso sobre Correa, antes del próximo partido: un hombre sobre él y ya está.
El fútbol a veces no nos deja ver el bosque. Messi fue Messi porque nunca nadie lo supo marcar, porque Messi siempre jugaba igual, corría por el borde del área, se daba la vuelta, tiraba y marcaba. Ganó siete balones de oro, tres de ellos regalados y una copa al mejor jugador del Mundial, también regalada, porque en esos partidos no tocaba balón.
El encuentro de ayer fue una falta de respeto a la inteligencia. Los 22 salieron cagaditos de miedo, a amarrar. El Madrid jugó sin apenas delanteros y sólo Bellingham, Valverde y Carvajal parecían jugadores de fútbol. Los demás eran la banda de cornetas y tambores del Frente de Juventudes. Y en el Atlético, igual, hasta que no salió el viejo Coque en el segundo tiempo no se pusieron a jugar algo. Y a Simeone, que se cure la garganta. Se va a quedar sin poder cantar tangos.
Más de 70.000 –70.100— personas en el Metropolitano, incluidos los gamberros que lanzan objetos al campo de juego, y partido que no pasará a la historia del fútbol. Quizá sí, por algo: porque el árbitro estuvo muy bien. Este chico tiene futuro y los periodistas que criticaron su nombramiento por falta de experiencia quedaron en ridículo. Siempre hay algún imbécil que interpreta mal cualquier decisión que tomen el Comité Central de Árbitros, o como se llame la cosa.
Total, yo creo que el resultado beneficia al Madrid, que le recorta un punto a un Barça juvenil y que enfila los resultados hacia la consecución de otro título de Liga, aunque es muy pronto para augurar nada. Y, además, yo cada vez que pronostico, yerro. El Atlético tiene un equipo apañado y el Madrid otro para ganarlo todo. Pero fútbol es fútbol, dijo Bujadin Boscov; o sea, que dijo una estupidez.