Fue injusto, pero fue. El Real no mereció perder ante el Valencia en el Bernabéu, pero perdió. ¿Le hace caso el vestuario a Ancelotti o ha agotado su ciclo el gran técnico italiano? ¿Se puede estar en el banquillo de una sala de vistas el jueves, defendiéndose de la voraz Agencia Tributaria, que le pide cárcel, y el sábado en otro banquillo, atacando futbolísticamente al Valencia, sin que el coco quede afectado? Es difícil, supongo, mantener el tipo en todos los frentes.
Se le lesionan dos porteros, juegan en la meta con un chico de 19 años, Vinicius falla otro penalti, que compensó con un golito, el tercero en Liga, y el resultado del partido le complica la competición al Madrid –no la ganará— y salva al Valencia, que enfila el camino del despegue definitivo. De la salvación.
El fútbol es muchas veces injusto, porque aunque el Real está jugando mal, no mereció perder. Había marcado Diakhaby en la primera mitad y había empatado Vinicius al comienzo de la segunda. Aquello se iba pareciendo más a un resultado justo con el empate, pero el Madrid no tiene orden, se pierde en sus propios desaciertos. Y cuando se jugaba el añadido, un centro de Rafa Mir fue rematado a la red por Hugo Duro, que no le marca un gol ni al arco iris. O sea, que para el Madrid un desastre, sin posibilidad alguna de reacción. Con un portero de dos metros como el que estaba en el campo, ese gol no habría tenido que subir al marcador.
Ya no se jugó más. El Valencia había venido al Bernabéu a destruir el fútbol del Madrid y a escapar; y vaya que si escapó. El portero valenciano –es un decir, porque creo que es de Georgia– fue su héroe, lo paró todo, todo lo que le llegó y también lo que no le llegó. Mamardashvilli se va a jugar a Inglaterra la temporada que viene; pues se lo merece. El Valencia ya le queda grande, aunque sea un portero de dudas importantes, pero siempre las tiene cuando no juega con el Real Madrid.
La gente silbó a Vinicius. Empieza a molestar, incluso en casa, su chulería, su prepotencia y su incapacidad para marcar los penaltis. Ha fallado varios, absolutamente vitales para la supervivencia del Madrid en las competiciones. Al equipo de Ancelotti se le nota agotado, con exceso de partidos –uno cada tres días—y el fondo de armario no carbura como el equipo titular.
En fin, sólo les queda a los que visten de blanco que tropiece el Barcelona, pero lo culés están jugando mejor que el Real Madrid, con más clase, con menos presupuesto, con un chiquillaje que juega muy bien al fútbol y con más cabeza. Hay que reconocerlo. El Madrid llega agotado al final de temporada, aunque de este equipo siempre deba uno esperar lo mejor.