El Real Madrid tiene la obligación de ganarlo todo y más cuando el F.C. Barcelona, con un equipo juvenil sobre el terreno de Mestalla, le ganó ayer (1-2) al Valencia, que es mucho mejor que el Mallorca.
Ya no veo los programas deportivos, ni leo los periódicos que hablan de fútbol. Me aburre el fanatismo, en un sentido y en el otro. Pero si el Real Madrid, que ya ganó el primer torneo menor de la temporada, la Supercopa de Europa, va a plantear los partidos como el de ayer, yo me borro.
El Mallorca es uno de esos equipos que entorpecen el fútbol, que le restan belleza, que lo destruyen. Con el Vasco Aguirre o con Iagoba Arrasate. Da igual, tiene la semilla del anti fútbol dentro. Pero las estrellas del Madrid no fueron capaces ni siquiera de tirar una vez desde fuera del área sin que el balón fuera rechazado por los defensas, ni de desbordar por las bandas. Y, además, se dejaron meter un gol de Muriqi, entre Rüdiger y Bellingham, por un fallo grosero de marcaje.
Anotó Rodrigo demasiado pronto y el Madrid no parece tener la épica de antaño. Los jugadores se han hecho señoritos, no meten el pie, le ponen menos corazón. Ya sé que es el primer partido de la temporada, pero Ancelotti debe dar un toque de atención. De lo contrario, yo me abono al hockey sobre patines, porque uno no está para disgustos y menos los domingos, que son los días más aburridos de la semana. No quiero añadir tristeza a la tristeza.
Todavía no está Mbappé. Bueno, sí está, pero como si no estuviera. Vinicius se enfrasca en batallas personales, ayer con un tal Maffeo, que le da patadas y lo desquicia. Rodrigo está jugando en el puesto de Kroos. Y hasta Carbajal, que es quien mejor centra en el Madrid, ayer no lo hizo bien ni una sola vez.
El Real Madrid, con el equipo que tiene, debe ganar siempre. El Barcelona, que no dispone de posibles ni para tomarse un café, pone en el césped a los juveniles y, por lo menos, luchan. No digo yo que vaya a hacer un papelón en la Liga, pero le echa corazón, que es lo que le ha sobrado toda la vida al Real Madrid. Menos mal que el Barcelona es un equipo sin suerte, es como el gafe de “Oficial y caballero”, que se tiró por la borda.
Los cronistas, los que relatan los partidos, los técnicos y todos los analfabetos funcionales del fútbol nacional no hacen sino recordar a Toni Kroos. Kroos ya no está, se ha ido a su casa. Y el Madrid no ha fichado a un sustituto porque Modric, que podría serlo, va a cumplir 40 años y sólo aguanta 45 minutos, estirando su esfuerzo al máximo. Rodri estaba en el ojo de Florentino, pero cuando el City se enteró le dobló el sueldo. No se hagan ilusiones, la UEFA no va a castigar al City por sus trampas, ni al Barça por las suyas con Negreira. Aquí no pasa nada. El Madrid tiene que buscar ese recurso que le falta porque Tchuameni, un fichaje equivocado, no es Kroos. Prefiero a Arda Güler ahí.
Que el Real Madrid no se lo crea, que luche y que no tire la Liga, como la tiró una vez con Ancelotti por no ganar en Valladolid, porque sus futbolistas jugaron con las manos en los bolsillos. El Real Madrid, el mejor club del mundo, el mejor equipo del mundo, tiene que ganar siempre. Y jugando bien o jugando mal, que eso da igual. Mejor que juegue bien, claro.
Ayer tiró el partido. Creía que con 0-1 disponía de saldo para llegar al final y el conjunto chico se rebeló y le empató el partido. No puede defraudar a sus millones de aficionados el equipo vestido de blanco, que fue una caricatura. Y a Ancelotti, rogarle que no apure tanto el tiempo para hacer los cambios. En ocho minutos los suplentes no pueden hacer milagros.
Echaron a la calle a Mendy, por una patada a un contrario, en una decisión del árbitro Soto Grado que me parece demasiado rigurosa. Pero el árbitro no tiene nada que ver en el partido de ayer. Pitó bien, con esa excepción. Todos los árbitros tienen que hacer su gracia con el pito, antes del último silbido. Es ley de colegiado español.