El Real Madrid, en un segundo tiempo penoso, se refugió en su área para poder sacar adelante un partido que no pasará a la historia frente al leñero Getafe. El Getafe pierde tiempo hasta cuando va perdiendo, así que el partido se alargó diez minutos, cinco en cada parte.
El primer tiempo fue de dominio de los blancos, que marcaron de penalti (Bellingham, impecable) y Mbappé, que se equivocó y metió el balón en la red, después de darle el balón a un palo. El francés tuvo otras cuatro ocasiones de libro y no anotó en ninguna de ellas, demostrando que es un paquete, al menos en el Real Madrid. A lo mejor sólo sirve para el PSG. Pues que se lo lleve, porque el Real Madrid, desde que él llegó, juega mucho peor.
Y la paradoja es que algún indocumentado le concede el MVP del partido, quizá porque ahora se entrega el premio a quien más fallos tiene durante el encuentro. Si es así, me callo.
El Getafe vino a lo suyo, a dar patadas y a interrumpir el juego, pero esta vez, como el Real marcó, pues se tuvo que dar un poquito más de prisa, pero no mucha tampoco. Soria paró mucho, demostrando que es un buen portero. Sobre todo se lo paró todo a Mbappé, que ponía cara de tortuga ninja cada vez que fallaba. Es una calamidad. Y, por cierto, al entrenador de porteros que le enseñe a Curtois a sacar con el pie y dársela a un compañero, porque generalmente le entrega los balones a los contrarios cuando saca en largo.
El mejor jugador del partido fue Ceballos, que hizo de Toni Kroos y estuvo a la altura del gran alemán, cortando juego rival y repartiendo el propio, sin aquellos pases atrás continuos que eran su divisa, sino facilitando balones a los delanteros y haciéndose dueño del centro del campo.
Lo de Mbappé tiene réplica en el City, donde Halland no da una, no marca, está lento, despistado y divo. Ayer perdió (2-0) ante el Liverpool. Menos mal que el Madrid no lo fichó, porque entonces en vez de una calamidad tendría dos. Mbappé lleva ocho goles en Liga, los mismos que Vinicius, pero no hay color entre uno y otro. Ayer ni siquiera se atrevió a tirar el penalti que le hicieron a Rüdiger en un forcejeo. Penalti justo señalado por Hernández Hernández, conejero.
Con esta actitud, difícilmente el equipo de Ancelotti tendrá capacidad para superar los retos de la Liga, la Copa del Rey, el Mundialito de Clubes y la Champions. Pero de momento sigue vivo en todas las competiciones, mientras se recuperan los lesionados. Los primeros en volver serán Tchoameni y Alaba y Vinicius parece que estará en condiciones para el 18 de diciembre, fecha de la final del Mundialito. Vamos a ver si tienen suerte.
No sé si dije que Mbappé se equivocó y marcó el segundo gol, revisado por el VAR por un fuera de juego de Rodrygo, que no era. O sí lo dije, da igual. El caso fue que el francés se equivocó y lo metió dentro. Dos palos tuvo el Getafe también, así que pudo al menos empatar el partido, pero no fue así.
El trámite se superó y ahora toca el Bilbao el miércoles, un partido difícil por la inquina que los vascos le tienen al Madrid. Cuando juegan contra el equipo que viste de blanco lo dan todo. Cuando juegan contra el Barcelona generalmente pierden, porque juegan a no ganar. Solidaridad entre esas comunidades tan particulares, quizá.
En fin, que, a pesar de todo, el Real Madrid no pierde el tren de la Liga, ante un penoso Barcelona y ante un Atlético de Madrid en forma, que golea en cada partido. Esto parece un toma y daca, así que al menos la cosa se pone divertida.
Una recomendación: al encargado de conceder el MVP que se compre unas gafas. ¿Cómo se lo puede dar a Mbappé, que no da una? ¿Acaso por el gol de churro? Y si son los aficionados los que se lo concedieron, que se compren gafas todos ellos. Al descanso se quedó Bellingham en la caseta –por usar el viejo término—, a causa de una pequeña conmoción en el choque con un contrario. Lo sustituyó Arda Güller, que es más flojo que el tabaco holandés.
Bueno, el Madrid salvó el trámite y ahora veremos lo que hace en Bilbao el miércoles, ante el fanatismo vasco en la grada y un equipo que no soporta al campeón de Europa. Será un encuentro entretenido y los vascos saldrán a levantar piedras y a arrastrar bueyes. Luego bailarán el aurresku, para suavizar. A ver.