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El Real Madrid, que ganó ayer en Anoeta 1-2 ante la Real Sociedad, denunciará al arbitraje español ante la FIFA. Una vez más, el colegiado Gil Manzano, enemigo declarado del equipo blanco, perjudicó al Real Madrid, expulsando injustamente a Huijsen tras cometer una falta sobre Oyarzábal, no siendo el último hombre. No lo era, no había peligro de gol y el VAR (en el que actuaba otro enemigo del equipo blanco, Figueroa Vázquez) tampoco advirtió al árbitro de su error. Una auténtica vergüenza, que pagó cara el Madrid en su derroche de esfuerzo para lograr la victoria, justísima.
El Real Madrid salió a Anoeta con la ambición de mantener su inicio impecable de temporada, y lo logró en un partido vibrante que tuvo de todo: goles, expulsión, polémica y un final de infarto. El conjunto de Xabi Alonso venció por 1-2 a la Real Sociedad, confirmando que este nuevo Madrid sabe no solo jugar, sino también resistir cuando las circunstancias lo exigen.
El arranque fue eléctrico. Apenas corría el minuto doce cuando Kylian Mbappé olió el error en la zaga donostiarra, se plantó solo ante Remiro y lo batió con la sangre fría de los grandes goleadores. El golpe inicial dejó tocada a la Real, que veía cómo su plan se tambaleaba a las primeras de cambio. También anularon un gol a Mbappé por fuera de juego que probablemente tampoco era. Luego, ya con 10 jugadores el equipo blanco, marcó Arda Güler, a pase de Mbappé. 0-2 y a seguir remando.
Pero el partido dio un giro inesperado poco después. En el minuto 32, una mano de Dean Huijsen sobre el hombro de Oyarzábal, a cuarenta metros de la portería, acabó con el defensa expulsado, dejando al Madrid con diez hombres. No era Huijsen el último hombre, el VAR se calló la boca y parecía como si Gil Manzano trajera la tarjeta roja de casa, lista para ser mostrada. Anoeta rugía, presagiando la remontada.
Sin embargo, en lugar de derrumbarse, como henos dicho, los blancos encontraron un respiro antes del descanso: Mbappé volvió a ser protagonista, esta vez asistiendo a Arda Güler, uno de los mejores del partido, que con gran precisión puso el 0-2 justo cuando el equipo más lo necesitaba.
La segunda mitad fue otra historia. La Real salió con furia, empujada por su gente y consciente de la superioridad numérica. El asedio encontró premio en el minuto 56, cuando Mikel Oyarzabal transformó un claro penalti por mano de Carbajal. El 1-2 encendió el estadio y convirtió el tramo final en un ejercicio de resistencia para el Madrid.
Fueron minutos de sufrimiento, con centros al área, llegadas constantes y la sensación de que el empate podía caer en cualquier momento. Pero ahí emergieron la sobriedad de la defensa blanca y las manos de Thibaut Courtois, que volvió a sus habituales paradas que enfriaron el aliento txuri-urdin. El Madrid jugaba con varios centrales, intentando mantener el resultado, ya que entraron Asencio y Alaba en los minutos finales. Lo logró.
El pitido final desató la celebración madridista. Más allá de los tres puntos, el triunfo en San Sebastián tuvo sabor a carácter y a resistencia. El Madrid demostró que sabe imponerse no solo desde el brillo de sus estrellas, sino también desde el sacrificio colectivo. En Anoeta, ganó algo más que un partido: reforzó la convicción de que este equipo puede sufrir… y seguir venciendo. Mbappé, que va a gol por partido, fue declarado el mejor jugador del partido. El francés está en un momento óptimo de juego.
La denuncia del equipo blanco ante la FIFA es pertinente. No hay que olvidar que Figueroa Vázquez fue el árbitro que amenazó a Bellingham en el campo y que Gil Manzano fue el colegiado que pitó, en Valencia, el final del partido, que estaba empatado, cuando el balón iba por el aire y el propio Bellingham marcaba el gol de cabeza que daba la victoria al Real Madrid. O la Federación Española de Fútbol, y la propia FIFA, ponen fin a este ataque arbitral despiadado contra el Real Madrid, o la Liga puede acabar muy mal. La denuncia es pertinente. Incluso lo sería ante un juzgado ordinario.