El Real Madrid se proclamó este miércoles campeón del mundo de clubes al ganar al Pachuca de México (3-0) en Doha (Catar), en un partido dominado prácticamente en todo momento por el equipo que dirige Carlo Ancelotti, desde este miércoles el entrenador más laureado de la historia del Real Madrid: quince títulos en cinco temporadas, a tres por temporada. Una barbaridad.
Casi 70.000 espectadores en el estadio, una organización espléndida de FIFA y un Real Madrid que gana el segundo trofeo de la temporada, tras la Supercopa de Europa, y que, en algunos momentos del partido –como en el primer gol—, realizó una exhibición de fútbol. Marcó este gol Mbappé, a pase de Vinicius, que regateó hasta al portero mexicano, pero participó en la jugada casi todo el equipo. Una maravilla.
El partido comenzó mal para el Real Madrid, porque no pescaba las segundas jugadas y le costaba entrar por el centro. Courtois paró un tiro difícil de la delantera del Pachuca, un equipo del estado mexicano de Hidalgo, que fue un buen rival en todo momento, superado por la calidad del Madrid, individual y como equipo.
Vinicius ha recogido tres trofeos individuales en Doha: el The Best de FIFA, como mejor jugador del mundo, que compensa el mal trago del devaluado Balón de Oro que se llevó Rodri; el trofeo como mejor jugador de la final y el de mejor jugador del torneo, además del colectivo de la Copa Intercontinental de FIFA. Cuatro campeonatos del mundo de clubes ha conseguido el Real Madrid en su historia. Ningún equipo del mundo tiene cuatro trofeos de este tipo. El Madrid sigue haciendo historia.
Ayer comenzó, ya digo, el equipo de Ancelotti titubeante, como es habitual, pero luego se aferró a los mandos, con una gran labor de Valverde y Bellingham, sobre todo, en el centro del campo, la velocidad endiablada de Vinicius, la técnica y la eficacia de Mbappé, que ha resucitado, por fin, y la movilidad de Rodrygo, que, libre ya de lesiones, marcó un segundo gol precioso, fabricado por él solito, tras un par de regates. Esto ya era en el segundo tiempo, porque la primera parte había terminado 1-0.
Ya era dueño el Real Madrid del partido cuando fue derribado Lucas Vázquez dentro del área, el arbitró —el venezolano Jesús Valenzuela, que pitó muy bien durante todo el partido— fue llamado por el VAR y rectificó su decisión inicial de no señalar penalti. Lo tiró Vinicius, mal, pero finalmente el balón superó al portero mexicano. Tendrá que ensayar más Vinicius los lanzamientos.
Un detalle. A diferencia de otros jugadores que no saben perder, los del Pachuca no se quitaron, en ningún momento, la medalla de plata como finalistas que les entregó Infantino, presidente de la FIFA. Las lucían, orgullosos. Tampoco hubo esos feos intercambios de camisetas a la vista de todo el público. Todo muy bien organizado.
El partido tuvo momentos muy bonitos, con un Vinicius que se salía, volviendo literalmente loca a la defensa rival, en uno de los mejores partidos de la temporada del astro brasileño. Lo animó, sin duda, recoger ayer el trofeo The Best, que le señala como el mejor jugador del mundo.
Momento feliz para el Real Madrid, que ahora se enfrenta a tres competiciones de regularidad, la Liga, la Copa del Rey y la Champions. El domingo jugará contra el Sevilla, en el Bernabéu, el último partido del año en Liga. Ancelotti ha podido recuperar a Mbappé, que jugará ante el equipo sevillano. Será difícil que los madridistas vuelvan a tropezar en la Liga, como ante el Rayo en Vallecas, un campo pequeño que casi nunca se le da bien.
El Museo del Real Madrid sigue coleccionando trofeos que mostrar a sus aficionados. No olviden que tiene más visitantes que el Museo del Prado. Es que el Real Madrid es también un mito para un deporte que es el rey.
